Fernando de los Ríos versus Miguel Primo de Rivera
Fernando de los Ríos era diputado en el Congreso de los Diputados cuando se produjo el golpe de Miguel Primo de Rivera. En este trabajo nos acercaremos a su actividad en el período de la Dictadura, a la que siempre se opuso de forma tenaz, defendiendo en el seno del Partido Socialista una postura contraria a cualquier tipo de colaboración, en la que también se destacó Indalecio Prieto.
Ambos consideraban un grave error la posición defendida por Francisco Largo Caballero de colaborar, en cierta medida, con la Dictadura. Largo creía que el Partido debía estar en los organismos e instituciones que se dedicaban a las cuestiones sociales a favor de los obreros, pero para Prieto y De los Ríos eso sonaba a clara colaboración y generaría equívocos. Los argumentos de ambas partes condensaban dos almas en la formación socialista. En primer lugar, estaría la más obrerista, la que consideraba que estar presente en algunas instituciones y organismos donde pudiera entrar el Partido y el Sindicato permitiría conseguir avances concretos para la vida laboral y social de los trabajadores, sin olvidar que eso supondría un punto favorable en la competencia con el movimiento obrero anarquista, duramente reprimido. Pero De los Ríos procedía de otro ámbito, de la burguesía liberal más progresista e intelectual favorable al pacto con los republicanos para optar hacia la implantación de la democracia, sintiendo una evidente alergia a participar en organizaciones e instituciones creadas por el dictador.
El conflicto se planteó en el seno del PSOE cuando el dictador, en una apuesta política muy inteligente, tendió puentes para que los socialistas colaborasen en el parlamento corporativo con el fin de asentar un régimen político que quería mantenerse y superar su provisionalidad. Estamos hablando de ocupar puestos en la Asamblea Nacional Corporativa. Largo llevó al Partido la propuesta y, en este punto, Prieto fue mucho más duro. Si se ingresaba en dicho organismo se estaría cometiendo una verdadera traición. En cambio, Besteiro defendió la postura más obrerista. En el nuevo parlamento se podían ocupar puestos para defender las posturas obreras. Largo estaba en esta línea, aunque fue más prudente, al condicionar la entrada al sistema de elección.
En paralelo a la discusión sobre la Asamblea se produjo la que tenía relación con la Organización Corporativa Nacional y los Comités Paritarios de Eduardo Aunós. Los argumentos para colaborar o evitar entrar en estos organismos fueron parecidos para una y otra posición, y en este caso, se trataba del ámbito de la negociación laboral.
Cuando se puso en marcha la Asamblea Nacional Corporativa en 1927, sendos Congresos del PSOE y la UGT del mes de octubre de 1927 rechazaron, al final, colaborar, porque la mayoría consideró que la forma de elegir a los consejeros no era la adecuada. Los socialistas podrían aceptar, con la negativa del sector de Prieto y De los Ríos, participar si la representación hubiese sido corporativa, pero el dictador optó por los nombramientos personales. Fernando de los Ríos llegó a ser designado por el dictador para la Asamblea el 10 de octubre de 1927, pero el socialista renunció a los pocos días, como el resto de sus compañeros nombrados.
Fernando de los Ríos renunció también a su cátedra granadina en 1929 como un acto de protesta contra la Dictadura, marchando a New York junto con Federico García Lorca, camino de la Universidad de Columbia.
Fiel a sus principios ideológicos, Fernando de los Ríos estuvo cerca de los republicanos que negociaban entre sí para luchar contra la Dictadura y establecer la República, como el propio Indalecio Prieto. De los Ríos no entendió nunca el socialismo fuera de la democracia, y como consecuencia de esa concepción, había adoptado una posición radicalmente crítica con la Dictadura de Primo de Rivera, opuesta a cualquier tipo de colaboración con ella, como hemos señalado, y partidaria de una inteligencia entre el PSOE y las fuerzas republicanas para que juntos coadyuvaran al advenimiento de la II República. El ya afamado político socialista veía en la República la esperanza, constante en su vida y obra, de configurar en España un auténtico Estado de Derecho que sentase las bases para una futura construcción socialista de la sociedad. Los hechos no tardaron en darle la razón. La actitud colaboracionista de la mayoría del Partido fue convirtiéndose en abierto enfrentamiento conforme el régimen primorriverista se desgastaba y crecía en el seno del PSOE la opinión partidaria de colaborar con los republicanos, a pesar de la fuerza de las inercias.
Las conversaciones con el PSOE para que se incorporara al Pacto de San Sebastián, negociado trabajosamente entre las fuerzas republicanas, fueron difíciles. Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos eran definitivamente afines a la conjunción con los republicanos, pero algunos destacados socialistas eran muy reticentes. Besteiro, con mucho poder en el aparato socialista, era el principal crítico y contrario a esta alianza. Pero muy pronto los socialistas comprobaron que los republicanos eran capaces de movilizar a amplias capas de la sociedad española y eso hizo cambiar las posturas del partido y del sindicato. En consecuencia, en octubre el PSOE y la UGT se adhirieron al Pacto. En el convenio con los republicanos se estipulaba que Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Francisco Largo Caballero se incorporarían al Comité de la Conjunción, así como la convocatoria de una huelga general cuando se desencadenase el movimiento insurreccional. El acuerdo entre republicanos y socialistas pretendía establecer la República sobre la base de la soberanía nacional representada en una asamblea constituyente, como se hizo público en diciembre de 1930.
No podemos terminar este artículo sin aludir al juicio que Fernando de los Ríos sufrió en 1925 por desacato, siendo defendido por el destacado político reformista Melquíades Álvarez.