14/09/2010

El espíritu de la República pervive en Limoges

Limoges como otras muchas ciudades francesas conserva a través de los hijos y nietos de los exiliados,  memoria de la República española.

Una memoria conservada con amor, hecha de recuerdos, cariño, también de las penalidades sufridas por sus mayores.  Y sobre todo con el deseo ferviente de que el recuerdo de aquellos que cruzaron la frontera durante la guerra civil española, participando tras su paso por los campos de concentración de media Europa en la liberación de Francia, sean recordados y sus heroicos  actos reconocidos.

Pepe, nieto de una maestra burgalesa que tras enviudar durante nuestra guerra, se refugió en Francia, es uno de sus más fervientes defensores. Fundador con un grupo de familiares de republicanos del Ateneo Republicano de Limoges, lleva casi cuatro años dedicado en cuerpo y alma a esta tarea.

Nos encontramos con él y con un grupo de familiares de exiliados, durante la manifestación celebrada en Limoges, el pasado día 4 de septiembre, contra la xenofobia y las expulsiones de ciudadanos de etnia gitana que el gobierno de Sarkozy ha puesto en marcha.

Los integrantes de la Marcha a Bruselas, a nuestra llegada a la ciudad, fuimos invitados a este acto.

En la plaza de la República, a una hora poco habitual para los españoles, las dos de la tarde, nos reunimos unas cinco mil personas, representantes  de organizaciones sociales y de toda la izquierda francesa . Partidos nuevos y otros con una historia detrás de muchos años de lucha .

Entre la multitud distinguimos a un grupo de personas  que parapetado tras una bandera republicana  española, participaba en la manifestación. Allí estaban Pepe, y también Marie, una magnifica mujer que ostenta la presidencia  del Ateneo. Y Benôit,  un nieto de españoles que se siente tan francés como hispano. Christine es una anciana de 87 años, algunos de ellos pasados  primero en la guerra civil y  después, durante la II Guerra mundial, como resistente en la Francia ocupada. Todo un ejemplo de dignidad y de compromiso llevado hasta el final de su vida. Christine camina con dificultad, son muchos años, pero eso no le impide ir con sus compañeros y amigos a la manifestación contra la política de Sarkozy. ¡Es lo que toca!, me dice.

Todas estas personas se refugian bajo una bandera que para ellos significa democracia, libertad y sobre todo una forma de entender la política que tuvo su oportunidad en los años 30 en nuestro país.

El Ateneo les une, les recuerda sus orígenes, trabajan para engrandecerlo, para que no se olvide la labor de los españoles durante la II Guerra  mundial, para que al menos como dice Pepe, tengan el reconocimiento de la Unión Europea.

Para algunos de sus compatriotas lo que hacen es vivir en el pasado, para ellos, en cambio, es mantener viva la memoria de sus mayores, su lengua, sus costumbres. Hacerlo a través del Ateneo les permite mantener  los lazos con aquellos que quedaron en España. Hay una red de estas instituciones que se extiende por Francia y otros países.

Una de sus últimas preocupaciones es llevar a los supervivientes, pocos ya, a España. Hacer un recorrido por aquellos lugares en los que piensan que están enterrados  sus familiares. Una forma de rendirles homenaje y permitir que al menos estos viejos luchadores puedan despedirse de sus seres queridos.