• 25/01/2012

    El conjunto de declaraciones formales con las que cuenta sobre el papel el medio natural del macizo de Javalambre no se han visto refrendadas, desgraciadamente, con una figura de protección firme y operativa por parte de la Administración, como sería la de Parque Natural o Parque Nacional. Esta carencia, o la incapacidad para aprobar siquiera un Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (cuyo documento técnico se halla redactado desde 1995), han propiciado una suerte de ‘limbo legal’ de facto en el que la política de hechos consumados avanza inexorable.

  • 19/01/2012

    La sierra de Javalambre cuenta con un patrimonio botánico, geológico, geomorfológico y paisajístico muy singular y valioso. Por su altitud y su constitución calcárea, conserva importantes restos de modelado kárstico y periglaciar. Existen en él numerosas dolinas, como son los “cuencones” en embudo próximos al barranco de la Zarzuela o un campo de dolinas en artesa que se extiende por la zona de cumbres. También extensos campos de lapiaz (acanaladuras y grietas abiertas por la disolución de la caliza) que aportan un sello peculiar al paisaje. Al pie del Alto del Ventisquero se localizan numerosas acumulaciones de derrubios y grandes bloques generados en las fases frías del Pleistoceno, en las que se instalaron neveros permanentes (morrenas de nevé o protalus rampart).

  • 25/06/2011

    No es del todo cierto que se ama lo que se conoce. Somos hijos del cabezo pelado, del aire seco y del sol abrasador. De la sombra de la ginesta o el olor del tomillo. Del vuelo del “esparvero”, del canto de la cardelina, de estíos secos o vales yermas. Es el paisaje cultural de nuestra niñez. Lo conocemos, pero sólo como un decorado donde nuestras fotos se hacen sin ni siquiera pensarlo. No lo desconocemos, pero tampoco lo pensamos, no lo interiorizamos como propio.

  • 09/06/2011

    Hay en el centro de la provincia de Teruel una alineación montañosa orientada Norte-Sur que representa bien la imagen de su paisaje duro, frío y áspero: la Sierra del Pobo. Lo que en tiempos fue un macizo cubierto de carrascales, sabinares y enebrales, es hoy en día, visto desde la Virgen de la Peña, en Aguilar de Alfambra, una inmensidad de soledades que te saca de este mundo. No es el Pirineo, pero es un paisaje bello. Huele a tomillo arrasado por luz abrasadora y viento helador, y al florar las aliagas se convierte en un mar amarillo. En los cortados viven cabras montesas y buitres, y entre los arbustos, valiosísimas aves esteparias. No en vano en su superficie tienen cabida la ZEPA Parameras del Alfambra, el LIC Castelfrío-Mas de Tarín y diversos Hábitat de Interés Comunitario.

  • 15/05/2011

    Es creciente la presencia de voces de la sociedad que, bien mediante artículos de opinión en la prensa, presentación de alegaciones en procesos de información pública de proyectos de minas o infraestructuras, o en el intercambio de opiniones, muestran su preocupación por los cambios en el paisaje. Esto no debe entenderse únicamente como una crítica al modelo socioeconómico industrial asentado en la creencia de que desarrollo y progreso van unidos a crecimiento sin límites, sino como una demanda de cauces para colaborar en fórmulas de consenso para definir el futuro.

  • 08/05/2011

    Recientemente pude leer en una furgoneta aparcada en la calle el anuncio de “Ecoconstrucción, Paisajismo, Reformas… y Albañilería en general”. Tras la sorpresa inicial, me pregunté qué tenía que ver la albañilería con el paisaje. ¿Será por aquello de los “paisajes interiores”? ¿O quizá fuese que todo, absolutamente todo, es “paisaje”? La segunda fue la significación concreta del concepto de “ecoconstrucción”. ¿Sería la moda del “todo es ecológico” que nos invade, o habría algo serio tras la propuesta?

  • 29/04/2011

    Desmenuzar el concepto de paisaje es cometer un reduccionismo sobre el gran poder evocador que encierra y sobre la multitud de facetas y factores que lo adornan. Quizá la definición más acertada sea ésta: “Paisaje es la percepción de un territorio por parte de una persona”. El paisaje como tal no existe si no hay una persona visionándolo, percibiéndolo. La percepción es la aprehensión intelectual, el acto del entendimiento por el que se capta el paisaje sin apenas reflexionar sobre él. Me sobrecoge pensar que sin personas no hay paisaje: solo territorio, rocas, agua, elementos antrópicos... Un pájaro es una realidad en sí misma, es un ser vivo con entidad propia, lo observe una persona o no. El paisaje existe en cuanto hay una persona contemplándolo.