28/12/2018

Artes

El mundo de las artes está en Aragón en plena efervescencia. Damos cuenta de algunas novedades, puras o fronterizas, netas o mixtas, de notable interés.

 

Navarro y Antón, foto de Aragón noticias

Comencemos con un libro maravilloso, “Mujeres soñadas” (REA y Aladrada) de “retratos y antirretratos fotográficos”, del gran fotógrafo Rafael Navarro, y de cuentos, perfiles y apuntes literarios, del no menos gran escritor Antón Castro. Si el primero alcanza en esas fotos de mujer un altísimo grado de abstracción poética, el segundo riza sus recuerdos gallegos de infancia y mocedad para describir y transmitir vivencias y sentimientos. Como señala en el prólogo Fernando Sanmartín, el fotógrafo y el escritor, «transmiten sus mensajes, la pureza, el insomnio, convirtiendo imagen y relato en un rectángulo que contiene lo táctil, el acto legendario, la mirada como una ceremonia -algo que resulta esencial- y la ficción mezclada con lo inexorable».

 

Y ya que hablamos de fotografía, a la que querríamos dedicar más atención, mencionemos, en primer lugar, a nuestro buen amigo y también gran fotógrafo Carmelo Esteban, que expuso en Ansó una colección dedicada a esos hermosos valles. Discreto, sencillo, laborioso, Carmelo se va haciendo nombre y camino como uno de nuestros grandes.

Y, a seguido, damos noticia del interesantísimo I Encuentro sobre el Patrimonio Fotográfico de Aragón organizado por el Instituto de Estudios Altoaragones, y que reunió en Huesca a mediados del pasado noviembre a un grupo de expertos. El encuentro, en palabras de sus organizadores (Juan José Generelo Lanaspa, José Antonio Hernández Latas, M.ª Fernanda Gómez Lanuza y Ángel Gonzalvo Vallespí), ha nacido “como un espacio para divulgar este importante legado de nuestro patrimonio cultural, para optimizar su gestión y animar a los agentes implicados a intercambiar trabajos y experiencias, e impulsarlos hacia nuevos proyectos e investigaciones”.

 

Nos pasamos al mundo de la música con una hermosísima obra: el disco/libro “Cadenzias” (Rolde), un grande y justo homenaje a Anchel Conte, el más importante poeta vivo en aragonés. Más de medio centenar de páginas glosan la persona y la obra de Conte, estudios de Escuín y López Susín; Mariví Broto, Mariano Coronas, J.L. Melero, Antón Castro, Marina Heredia, C.R. Usón, Severino Pallaruelo, L.X. Flores y Roberto Serrano: es decir, discípulos, políticos, escritores, editores, cantautores, amigos. Y la poesía se hace canto con Kike Ubieto y Os Chotos, con un sonido limpio, cadencioso, y voces que recitan las fuertes y bellas palabras del poeta.

 

Demasiado tarde para José María Hernández de la Torre, fallecido hace algunas semanas. Pero era una de sus muchas empresas y aficiones la de “Juglarías”, un grupo musical y poético, que el martes 18 de diciembre celebró una sesión literaria. A cuántos recitales asistió y promovió, el querido amigo, a quien unos días antes se recordó en homenaje en su sede habitual, la Biblioteca de Aragón, por los Amigos del Libro.

 

Una noticia muy “de casa” por el nombre y los afectos: la Orquesta Clásica Andalán y el Grupo de Vientos de la Orquesta Andalán ofreció un concierto el 21 de diciembre, en la iglesia de las Escuelas Pias de Conde Aranda. Les hemos escuchado alguna vez, y suenan como los ángeles, si los hubiere. Y otra también generada por un viejo y querido amigo, José Luis Simón y Lope Ezquerro, profesores de la Universidad de Zaragoza que, gracias a un programa informático, han creado una música electrónica interpretada por el grupo O’Carolan, el 14 de diciembre en el Ayuntamiento de Bielsa. De ese modo, los sedimentos de un sondeo en el ibón de Marboré por científicos del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC, 15.000 años de pasado geológico, ha sido convertida en la ‘Breve sinfonía de Marboré’. ¡Eureka!

 

Por una vez el arte plástico ha sido suplantado por fotos y músicas. Pero no queremos dejar de citar que La Carbonería de Huesca ofrece la exposición Dioses, bestias y extraterrestres -capítulo II-, de Alva Moca, que recoge trabajos recientes en los que  la artista experimenta con diferentes técnicas sobre papel, habitualmente partiendo de la cianotipia y el transfer monocromos para añadir color superponiendo tinta o acrílico. Hay un elenco de personajes mitológicos desarrollados a partir de su propia iconografía tras el que se esconde un mordaz retrato social.