Palacio de los Condes de Morata
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Capilla del Palacio de los Condes de Morata
Trece años después de haber sido nombrado primer Conde de Morata, y estando desempeñando también el cargo de Virrey de Aragón, Don Pedro Martínez de Luna y Urréa encargó al arquitecto Martín Gaztelu el diseño de un grandioso palacio en la calle Coso, de Zaragoza, que estuviera en consonancia con la importante representación que suponía la ostentación de ambos títulos.
Las obras se iniciaron a finales del año 1551 y concluyeron en 1560, concibiendo la tipología del inmueble acorde con los edificios renacentistas de la época, con un patio central en torno al cual se edificaba la planta baja, destinada a servicios y almacenes, una planta noble, donde estaban las habitaciones principales de la familia y las correspondientes salas para recepciones y fiestas, y una tercera planta, que era la falsa o granero.
Al Palacio de los Condes de Morata se le colocaron, además, dos torres laterales que, al elevarse por encima del cuerpo central del edificio, potenciaron todavía más, si cabe, su monumentalidad, ya de por sí extraordinaria, en consonancia con la importancia de la posición social de la familia Luna -considerada en aquellos momentos como la tercera de las ocho grandes de Aragón-, pero también, y sobre todo, con la condición de Virrey que Carlos I le había otorgado a uno de sus miembros: Don Pedro Martínez de Luna.
Lo que más destaca de la planta baja es la iconografía de la portada de acceso, encargada al picapedrero Guillaume Brimbez, de origen francés pero afincado en Zaragoza. La información que aporta es especialmente elocuente. Flanqueada por dos gigantes que portan sus respectivas mazas o clavas, nunca hubo duda de que el de la derecha era Hércules, pues aparece tocado con la piel del león de Nemea, al que estranguló en cumplimiento del primero de los doce trabajos encomendados por Euristeo como forma de espiar la culpa por haber matado a su propia familia. Sin embargo, sobre el otro gigante, el de la izquierda, se ha venido publicando durante mucho tiempo que se trataba de Teseo, y así lo identificó el profesor Santiago Sebastián, pero no es así. Tras un riguroso estudio llevado a cabo por la profesora de arte de la Universidad de Zaragoza Carmen Gómez Urdáñez se ha podido precisar con total seguridad que se trata de Gerión, otro personaje mitológico que gobernaba con extraordinaria tiranía en el territorio situado en los confines del mundo (lo que hoy sería la Europa suroccidental), al cual dio muerte Hércules después de robarle el ganado de bueyes que poseía, cumpliendo con ello el décimo de sus trabajos.
Arriba, en el frontón de la portada, vuelve a aparecer Hércules divinizado, ascendido ya al Olimpo después de haber realizado todos los trabajos.
Con esta referencia a las hazañas llevadas a cabo por Hércules en el territorio que hoy sería España, con la ejecución del tirano Gerión, el Virrey quiso presentar un paralelismo con Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, a modo de homenaje por las empresas que éste estaba llevando a cabo como emperador, siendo igualmente significativo en este mismo sentido la colocación de un friso en el que se alude a la conquista de la Galia por parte de Julio Cesar, otro batallador que en una época anterior había creado otro imperio en Europa.
El acceso al patio interior se hace a través de un zaguán, con arquería sobre tres columnas de capiteles jónicos, en una de las cuales, la central, sobre la zapata, hay esculpido un alto relieve en alabastro con el escudo de la familia Luna.
El patio interior y la escalinata del fondo ya nos advierten de la relación del palacio con el uso que se le ha venido dando desde el año 1815, cuando se trasladó allí la Real Audiencia. Sobre las catorce columnas originales que rodean al patio hay un friso de ladrillo con cincuenta y seis medallones, de los que los cuatro del centro que hay enfrente, según se entra, están ocupados por la figura de Ramiro I, primer rey del Reino de Aragón, con su escudo conteniendo la cruz de Iñigo Arista, al lado, y por Jaime I, junto al escudo de los reyes de Aragón, rey éste que fue el que más territorio incorporó a la Corona y quien en 1247 convocó Cortes Generales en Huesca, de las que salió la encomienda a Vidal de Canellas de la primera compilación oficial de los fueros de Aragón. En la parte opuesta del mismo friso están Alfonso X «El Sabio» y el emperador Justiniano, máximos exponentes del derecho castellano, el primero, y del derecho romano, el segundo, pudiendo observar a sus respectivos lados el escudo de la corona de Castilla, con los cuarteles cambiados, y el emblema incompleto de Justiniano, de lo cual podemos deducir que se quiso representar así la crítica al persistente intento de imposición del derecho castellano, con origen en el derecho romano, frente al derecho de Aragón.
Otros ocho medallones muestran los escudos de las ciudades más importantes de Aragón y los cuarenta restantes hacen referencia a las fechas y localidades en que se celebraron Cortes Generales de Aragón, con la salvedad de la de 1412, que se refiere a la fecha del «Compromiso de Caspe» y que, como es sabido, no fue reunión de Cortes sino de nueve compromisarios de los reinos de Aragón y Valencia y del principado de Cataluña que se reunieron para elegir al nuevo rey de la Corona de Aragón, que concretamente sería Fernando de Antequera.
Tanto este friso como la escalinata del fondo y las vidrieras ubicadas en la subida de la escalera y la planta superior corresponden a la reforma del palacio que se hizo bajo la dirección del arquitecto Regino Borobio a partir del año 1926, siendo ministro de Gracia y Justicia el zaragozano Galo Ponte y Escartín.
Junto al arranque de esta escalera hay una bella, pero peculiar, escultura de la Justicia, obra del escultor aragonés Carlos Palao, que aparece en posición de descanso, sin venda en los ojos, con la balanza caída, y no en equilibrio, y con un hacha en las manos, en lugar de la espada que se coloca habitualmente a la diosa Themis como símbolo de la fuerza.
Subiendo la escalera nos encontramos con tres hermosas vidrieras del mismo tamaño, la primera con la figura de Vidal de Canellas, autor de la primera recopilación de los Fueros de Aragón; la segunda, con la Justicia sujetando las tablas de la ley; y la tercera, con Martín Díez de Aux, que fue Justicia de Aragón y que junto con un grupo de juristas llevó a cabo la compilación oficial de las Observancias del reino -interpretaciones de los tribunales en la aplicación del derecho-, según el encargo recibido de las Cortes de Teruel de 1428.
Al final de la escalera llegamos a la planta superior, en la que se colocaron dieciséis vidrieras que cierran los arcos que dan al patio, una de ellas con las imágenes de los Reyes Católicos y el resto alusivas a Fueros y Observancias de Aragón.
También en esta planta se encuentran tres Salas de distintos tamaños que en un principio sirvieron para fiestas, recepciones o usos familiares, pero que posteriormente, desde que en el año 1815 se trasladó la Real Audiencia al palacio, se utilizaron como Salas de justicia en las que se celebraban juicios. Las tres cuentan con hermosos artesonados, grandes tapices con escudos borbónicos y de los Reyes Católicos y un mobiliario de madera noble en el que, curiosa y sorprendentemente, todavía queda una reminiscencia de los símbolos de la Segunda República: su escudo.
Finalmente, justo detrás de una de estas Salas se encuentra la capilla, con una preciosa bóveda de cañón que tiene un artesonado con casetones de poca profundidad. Destaca también en ella un precioso retablo, obra de los hermanos Albareda, y un crucifijo que tiempo atrás había pertenecido a la Orden de los Padres Camilos.
A modo de resumen o colofón, y con aportación de algunos datos de interés histórico, podemos decir que estamos ante uno de los doscientos edificios renacentistas que había en la Zaragoza de finales del siglo XVI, cuando la ciudad contaba con poco más de 25.000 habitantes. Fue construido por decisión de Don Pedro Martínez de Luna, primer conde de Morata, virrey de Aragón y lugarteniente del emperador Carlos V. Su propiedad fue trasferida al rey Felipe V en virtud de testamento otorgado por el conde de Perelada en 1725. Fue el lugar donde en el año 1808 se nombró a Palafox como caudillo de las tropas nacionales y defensor de la plaza de Zaragoza. En este palacio se ubicó la Real Audiencia del Territorio de Aragón desde el año 1815. Fue declarado Monumento Nacional por decreto de 3 de junio de 1931. Y finalmente, en la actualidad es, desde el 23 de mayo de 1989, sede del Tribunal Superior de Justicia de Aragón.
Alfonso Ballestín Miguel
Presidente de la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Fotografía 360 realizada por Ramón Salanova Aznar