Polonio (III) – El neoconservadurismo
Hace más de dos años que no escribo un mal verso, estoy, como dirían algunos, totalmente seco. ¿Razones? Se las achaco a los ocho años de Diputado que acaba con toda la fragilidad sensorial y lo único que te interesa, allí, es sacar adelante una Proposición de Ley que hable de esas cosas tan ajenas a la piel descarnada de los poemas y te somete al cotidiano balancín del realismo sociológico de la política que, si tu no la entiendes bien, acaba arrastrándote a esas pequeñas sugerencias que tu querrías ver publicadas en el BOE.
Y no es que la poesía sea un arma cargada de futuro: No es arma ni tiene futuro, pero te amarga que de dentro de ti no salgan esas pequeñas salvas que hablan de la luz, del amor, de la lluvia tenue de abril o de la soledad de los amaneceres en una ría de cualquier lugar del mundo mientras anuncian la madrugada.
Sigo en silencio escuchando el ruido de los mares y el infinito griterío de los chicos de la escuela de en frente :Gracias a ellos parece que el mundo sigue y que el resto es una funeraria entre económica desangrada e intuitivos tópicos de la política mas desvergonzada.
La primavera- que no llega- se desgarra por el mundo y la violencia hace de esta Tierra un increíble Paraiso Perdido: Lloremos por Eva, Adán y las dolorosas democracias que nos están asesinado.
Cada día huele mas ha podrido el aire surreal de la política nacional, regional o municipal y es que el PP trae consigo esa sensación de que nunca van a resolver los problemas porque ellos solo tienen uno: El poder. Lo sufrimos con el insoportable señor Aznar-tan cerca de Fernando VII que parecía Fernando VII- desgarrado en la más absoluta intemperie: Que los dioses nos sean leves.