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Andalán 50: El futuro del pasado

Algo que sucedió hace 50 años, o 40, es ya historia, y el método más adecuado para recordarlo y reconstruirlo es el del análisis histórico, que va siendo depurado por el paso del tiempo y de las generaciones. Hay que tener más de sesenta años para recordar el nacimiento del periódico Andalán en 1972, como lector o como promotor y participante en aquella empresa que era informativa, política, cultural, y que abrió un espacio nuevo en la comunicación de la época, en y desde el Aragón tardofranquista.

Por tanto el mejor recuerdo conmemorativo ha se ser el que acierte a transmitir a nuevos y mayoritarios públicos la existencia y significación de aquella empresa tardofranquista, antifranquista, aragonesista, portavoz de nuevas políticas y culturas democráticas, enarbolada y mantenida por jóvenes universitarios nacidos en su mayoría en la década de los años cuarenta, mas en sus inicios o en su final. Fue nuestra generación del 68, atraída, con mayor o menor certidumbre y decisión, por los cambios culturales que brotaban, de la mano de los hijos de la guerra mundial, en los campus universitarios europeos y estadounidenses, y, en nuestra casa, por un antifranquismo genérico del que participaban los hijos de los dos bandos de nuestra guerra civil, orientado hacia el horizonte de un aprendizaje de la democracia y del sueño europeísta.

De hecho la colección de los 467 números y 15 años del “periódico quincenal aragonés”, nacido como tal en 1972, ya se ha convertido, y lo será más con el paso del tiempo, en una fuente histórica privilegiada para reconstruir el pasado de muchos aspectos de la realidad aragonesa y española de hace medio siglo: la política, en toda su extensión, oposición al franquismo, demandas y procesos democratizadores, movimientos sociales de sindicatos y de vecinos, prácticas y organizaciones feministas, raíces y actuaciones de una pionera conciencia ecológica, escritores y literatura ante la transición política, antes y después, creación y difusión de las artes plásticas en Aragón, música, teatro, humor gráfico…etc.

Los “supervivientes” de aquella ilusionante empresa nos vamos convirtiendo también en una fuente histórica. En el libro que se publicó a la hora del 25 aniversario de Andalán (1997, “Los espejos de la memoria”) se reseñaban 34 sucintas biografías del grupo promotor, del primer “equipo Andalán”, del que a fecha de hoy han fallecido ya 15. Tienen, tenemos, las ventajas del “testigo”, pero también las limitaciones que nos son propias, porque la memoria no es de fiar, suele ir acompañada de notables dosis de olvido, mantiene una relación afectiva y militante con la propia biografía y a veces cae en las tentaciones de la autocomplacencia o autojustificación. Por eso conviene que la historia, esta historia, como tantas, la hagan otros, con la distancia temporal que ilumina el pasado y con el método y la crítica de esta venerable forma de conocimiento. Y evitar la tentación de convertir una celebración aniversaria en algún tipo de botín político o identitario.

 

10 años. Portada nº 364-365, 15 septiembre de 1982

10 años. Portada nº 364-365, 15 septiembre de 1982

 

Andalán fue un proyecto temprano y original en un mundo de la información y de la comunicación que, en Aragón, era tan estable como inerte en los últimos años del franquismo, cuando la “apertura” de la Ley Fraga aconsejaba navegar con cautela, de lo que da cuenta su abundancia inicial de pseudónimos, a la vez que una cierta audacia invitaba a forzar los límites de los controles políticos e informativos, lo que explica los consiguientes cierres, procesos, multas…, incluso la detención de su director. Se trataba, como en otras cabeceras de prensa periódica nacional, de orientarse hacia lo mucho que había que reformar y hacia la transformación del atrasado escenario nacional, en lo económico, en lo político y en lo cultural, de empujar hacia el final de la larga y vetusta dictadura y construir la soñada, y entrevista, en la vecina Europa, democracia. Desde Aragón.

El significado político de Andalán, en sus primeros años, consistió en dar voz, la que se pudo y cuando se pudo, a la oposición democrática en Aragón. De hecho, dirigentes de las plataformas unitarias de la oposición, Junta, Convergencia, Coordinación Democrática, se sentaban como miembros del equipo en los consejos de redacción que se celebraban los lunes en la calle de San Jorge. La colección del periódico es uno de los mejores testimonios del final del régimen franquista entre nosotros, así como de las primeras e inciertas andaduras de la transición democrática tras 1975.

La presencia de destacados profesionales, también jóvenes, del periodismo garantizó el impacto de la publicación, incluso más allá de Aragón, en los apasionantes momentos que ligaron la prensa y la política durante la transición democrática, entre 1975 y 1982. A partir de la “conquista” de la democracia Andalán es buen testimonio del proceso, individual y colectivo, de aprendizaje de unas nuevas de hacer política.  Muchos de sus miembros participaron pronto en la nueva e ilusionante política: candidatos electorales, diputados al parlamento nacional, parlamentarios autonómicos, un presidente del gobierno de la comunidad autónonoma, alguno de sus Cortes, consejeros, alcaldes y concejales habían pasado por aquellos nocturnos consejos de redacción envueltos en humo y por las páginas del, entonces, semanario.

La revista “Triunfo” cerró en 1982, en un escenario transformado en el que ya asomaba el “desencanto”, por las misma causas y razones que Andalán, después de sus propios “años de triunfo”, se recogió y se reconvirtió desde 1981 en un magacín quincenal de carácter cultural, periodo, hasta su cierre en 1987, que fue de gran fertilidad en el plano cultural, recuperando, casi obsesivamente, todo lo que había estado prohibido por la Dictadura durante 40 años, enlazando con la cultura aragonesa en la democracia republicana de los años 30 y con toda clase de manifestaciones culturales de los ochenta en Europa y América.

El pasado de Andalán, como empresa informativa, proyecto político y ambición cultural, ha de tener futuro, como la democracia y la cultura republicana y del exilio tuvieron futuro para nuestro presente de hace medio siglo. Encarar ese futuro es la mejor celebración aniversario, y confiar, -por raro que parezca ahora- como nos enseñó en peores tiempos el Quijote cervantino, en que “la verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua”.