La aparición, irrupción más bien, de esta publicación diferente, rebelde a viejos hábitos, desobediente a las viejas autoridades, supuso diferentes reacciones. En Zaragoza, el católico diario El Noticiero nos trató bien, porque fuimos en varias ocasiones clientes de su imprenta (lo que no entendió su director, que paralizó la salida de un número en que criticábamos al Opus Dei, Obra a la que pertenecía y consideraba su madre); Amanecer, fiel y casi servil falangista, como Nueva España de Huesca y Lucha de Teruel, malvivían a la espera de su pronta desaparición en pocos años. Fuembuena, director y editor de Aragón Exprés, que era joven y agresivo en lo formal, desprecia nuestro pequeño papel (si bien tiene varios periodistas, casi todos, que simpatizan con Andalán en secreto: Pablo Larrañeta, Jesús Vived, el joven Carmelo Romero).
Antonio Bruned, que alcanzará una increíble veteranía en la dirección de Heraldo de Aragón, fue el primero consultado para imprimirnos, lo que rechazó sin más explicaciones, y tuvo siempre muchos recelos, atribuyendo a Eloy casi todos los leves ataques recibidos, además de ser llamado por Labordeta “Ferraldo Paletón”. En cada encuentro, sacaba su cuaderno de quejas interminables… Pero también en esa casa había personas próximas, desde el nihilista y excelente escritor Joaquín Aranda a José Luis Trasobares o Juan Domínguez Lasierra. También hubo unos años edición aragonesa de Pueblo, que nos hizo reseñas y entrevistas y servía un periodismo ágil, modernizado.
En cuanto a otras personas, hubo periodistas de la vieja escuela que nos acogieron con tono protector: aparte las revistas de nuestro estilo, desde Serra d’Or a Presència y El Ciervo, en Barcelona, nos trataron bien La Vanguardia y Tele/exprés, que dirígia Ibáñez Escofet, nos hicieron entrevistas, caricaturas, acogidas personales. La principal, una columna muy cariñosa de Juan Ramón Masoliver. También, el jubilado veterano aragonés, José María Hernández Pardos, que dirigiera El Noticiero Universal y fue objeto de un buen homenaje encabezado por Julián Marías, nos llamaba, escribía, invitaba a comer en sus veranos en Monzón.
En el resto de España, aparte las publicaciones similares, de que se habla en otra parte, conectaba amistosamente desde Madrid Laín y Altabella, hubo cuando el encarcelamiento de Eloy paros o protestas de periodistas en la capital, Barcelona, Valencia y San Sebastián. Y, desde luego, sabían perfectamente informar destacadamente cada vez que sufríamos un nuevo secuestro, enjuiciamiento, persecución.
Aunque extremadamente cautelosos, en varias Casas de Aragón nos apoyaron, más pronto o más tarde, a veces con conflictos, como en la de Valencia, que publicó en “Rechitos” noticias andalaneras. A veces nos iban pidiendo colaboraciones relacionadas, por ejemplo en Mundo Hispánico (nº 345, 1976), o al cierre, en 1987, cuando se publicó el artículo «Andalán: la punta del iceberg», en la revista alemana Hispanorama. Mitteilungen des Deutschen Spanischlehrerverbands, 46, pp. 79-81. O declaraciones a a TV sueca, sin duda por influencia de los Uriz.