andalán 50 años » II. Des-velando Andalán » 2.4. José Antonio Labordeta
Los distintos Labordetas: quién fue, qué hizo
En “Des-velando Andalán” es esta la única sección que se titula con nombre y apellido. Y no se debe a la voluntad de contribuir por esta redacción a la mitificación del personaje: el mito te aleja de la realidad que pretende conformar; nada más ajeno a una persona tan próxima. Él lo hubiese rechazado de plano pero no pudo evitar dejarnos, sin embargo, con algunos misterios por desentrañar.
Era su voz rasgada, escasamente melódica, apenas conocía unos pocos acordes a la guitarra y, no obstante, sus canciones llegan al corazón de miles de personas; posiblemente su hermano mayor, Miguel, fue mejor poeta que él pero su lírica ha sido capaz de hacer concreto lo abstracto; tras el diputado no existía un grupo parlamentario numeroso y, sin embargo, jamás en las Cortes nacionales la voz de Aragón se ha oído tan alto; sus hechuras eran las de un intelectual refinado pero relacionó como pocos pensamiento y acción, y huyó del encapsulamiento para, de manera transversal, acceder al espíritu de la mayoría que le pagó con afecto y reconocimiento. Desde muy joven supo contra qué/quiénes luchar para conseguir objetivos claros: del llano a la montaña, pisar fuerte y valiente la Tierra y saber encontrar al otro viajando de la ternura y la amistad a la solidaridad con quien más la necesitaba, aún a costa de ganarse importantes enemigos. Labordeta tuvo el instinto necesario para traspasar el constreñimiento en el que una sociedad postcapitalista te subsume y lo hizo a través de la utilización de múltiples registros. Conocía bien que el cambio social únicamente es posible contando con la participación de casi todos por eso fue, antes que nada, un gran comunicador, como recuerdan sus alumnos de instituto. Efectivamente, sacó las oposiciones para profesor de enseñanzas medias defendiendo, por cierto, el tema de la Segunda República española. Este comunicador-profesor tuvo ante sus ojos la “desolación”, una de las palabras que más utilizaba -de desolar(se), ‘asolar o destruir’ y ‘afligir(se)’- y su contrario, un combate sin tregua contra esta desolación para llenarla de vida y contenido.
No es este el lugar para recordar su biografía, de sobras conocida. Ni de evocar al periodista que colaboró en El Día, Heraldo, El Periódico, Diario 16, El Mundo, y otros pero, sobre todo, en Andalán, a cuya íntima relación confiamos el siguiente artículo. Nos compete subrayar aquí brevemente los ‘muchos Labordetas’ que salen a nuestro encuentro. Fue poeta, desde que en 1959 publicase el primer poemario, Sucede el pensamiento. Le siguieron otros, Método de lectura, Jardín de la Memoria, Diario de un náufrago, Monegros, Dulce sabor de días agrestes. Ya en 1978 el filólogo José-Carlos Mainer le estudiaba en Júcar e hizo para Lumen una antología de su poética. Y escritor de relatos y textos de la Guerra Civil (Cada cual que aprenda su juego, El Trajinero), viajes (Aragón en la mochila, Un país en la mochila, Tierra sin mar), o memorias como Con la voz a cuestas, Mitologías de mamá, Los amigos contados, Banderas rotas, Cuentos de San Cayetano, Memorias de un beduino, sobre los años de diputado en el Congreso. Poco antes de morir publica sus mejores memorias: Regular, gracias a Dios.
Al musicar sus poéticos textos se convirtió en el cantautor más importante de la nueva canción en nuestra tierra. En 1971, recién llegado a Zaragoza desde Teruel, publica el libro Cantar y callar, con problemas de censura, y es ya la figura central en el I Encuentro de la Canción Aragonesa. El poeta logra acceder a grandes públicos, llevando mensajes de amor y amistad, hermosas imágenes de la soledad de los ancianos, la despoblación por la emigración, y describiendo y combatiendo otros muchos problemas, en discos tiernos, irónicos, airados, como Tiempo de espera, Que no amanece por nada, Cantata para un país, Las cuatro estaciones, Qué queda de ti, Aguantando el temporal, Qué vamos a hacer, Trilce. Da recitales por todo Aragón, por toda España y por numerosos países de Europa: Labordeta en directo da cuenta de ello. Sus letras y músicas reivindicaban los principales problemas políticos, sociales, económicos, culturales de Aragón, perfectamente identificables en las hermosas pero desoladas tierras turolenses; la gran despoblación por emigraciones y envejecimiento demográfico, que había borrado del mapa muchos lugares ya despoblados; una agricultura que no crecía como la industria, concentrada ésta en su mayor parte en torno a la capital regional, Zaragoza, objeto de ciertos planes de Desarrollo; una amenaza, ya esbozada en tiempos lejanos, de trasvase del Ebro a tierras más ricas del Mediterráneo mientras se esperaba durante décadas la terminación de viejos planes de riegos; proyectos energéticos con temidas centrales nucleares; un abandono cultural que casi había hecho olvidar un pasado histórico y artístico esplendoroso; una sociedad callada, de escasas iniciativas y vitalidad; y mil problemas más, resumibles en la falta de libertades políticas, de democracia, y también de conciencia social y de autoafirmación colectiva. Del Rosa, rosae a La vieja, de Caminaremos a Somos o Quién te cerrará los ojos. Las Cortes aragonesas, a través del que fuera portavoz Emilio Gastón, recibieron casi 25.000 firmas en apoyo de que el Parlamento autónomo diera rango de himno de Aragón al más conocido de todos los cantos de Labordeta: el Himno a la Libertad.

Labordeta (Foto de Carmelo Esteban Bernad)
Como guionista de televisión y presentador, sus veintiséis programas de “Un país en la mochila”, emitidos en los años noventa por TVE, le hicieron muy conocido y querido, y constituyen todo un tratado de Antropología y Etnografía, de Geografía e Historia, que muestra con curiosidad y respeto diecisiete comarcas españolas, elegidas por su belleza e interés, pero también por su situación recóndita, marginal. Este sabio de gorra y alforja, habla con guardias forestales, curas, artesanos, almadieros, amas de casa, solitarios y, en general, gentes curiosas. Protesta del destrozo de algunas carreteras, la deforestación, el brutal aprovechamiento del agua. Y medita ante la miseria, el abandono, la soledad, cantando al mundo rural que se nos va, llevándose tantos recuerdos, modos de hacer, canciones y refranes.
El político Labordeta siembre ha acudido allá donde ha sido requerido, sin que quienes le invitaban ni él considerasen de qué partido eran. No hurtó, sin embargo, su apoyo al Partido Socialista de Aragón (años utópicos, ingenuos, inolvidables), el Partido Comunista (al que apoyó en varias ocasiones), y sobre todo la Chunta Aragonesista, con la que fue diputado en las Cortes de Aragón y luego en el Parlamento español por dos legislaturas, siendo persona muy respetada por casi todo tipo de políticos, periodistas y opinión pública, por su trabajo intenso en las Comisiones y el tono y estilo de sus frecuentes intervenciones. Miembro del Comité de Honor de Rolde de Estudios Aragoneses, éste le ofreció un gran homenaje en 2008, en el que se presentó el libro coordinado por Javier Aguirre Santos, José Antonio Labordeta. Creación, compromiso, memoria, principal estudio sobre él.
Muchos Labordetas, y el mismo a su vez. Premiado y reconocido en vida y de manera póstuma, lo que hoy debería averiguarse es si se le hizo caso en lo que proponía. Entre otros, ha recibido el Premio Lanuza de las Cortes de Aragón, la Medalla de Oro de la Ciudad de Zaragoza, la de Santa Isabel de la Diputación de Zaragoza. Premio de las Artes, Medalla al Mérito en el Trabajo, Doctor Honoris causa por la Universidad de Zaragoza, Medalla de Oro del Gobierno de Aragón, a título póstumo. Había nacido en 1935. A su muerte, el 19 de septiembre de 2010, la reacción popular fue extraordinaria, acudiendo a su velatorio en la Aljafería más de 50.000 personas, y ocupándose de la noticia ampliamente todos los medios de comunicación.
Volvemos a la comunicación de la que partíamos. Labordeta supo llegar a la gente siendo él mismo y, a la vez, universal, como un gran artista. Es precisamente su autenticidad, la escasa o nula diferencia existente entre la persona y el personaje, una de las claves que nos ayuda a comprender su ‘misterio’.