andalán 50 años » II. Des-velando Andalán » 2.5. Intrahistoria
Andalán, referente cultural
Conocía la revista Andalán como lector hasta que en octubre de 1982 llegué a Zaragoza procedente de Cataluña. Aquí, en el Instituto Pablo Gargallo y en la redacción de Andalán, encontré un grupo heterogéneo de intelectuales (profesores, economistas, periodistas, historiadores, etc.) entre los que ya destacaban Eloy Fernández Clemente, José Carlos Mainer, José Antonio Labordeta, Juan José Carreras o Carlos Forcadell entre otros muchos. Tuve la inmensa suerte de poder asistir a las reuniones semanales (los lunes en la calle San Jorge) en las que se discutían los temas a tratar en el número siguiente de la revista, se analizaba la realidad aragonesa, española y mundial, y se perfilaban los artículos que aparecerían. Las discusiones eran intensas, críticas y enriquecedoras. Se vertían las ideas en profundidad, sin cortapisas, aportando cada uno su personal punto de vista, no siempre coincidente, pero siempre cordial y dispuesto al entendimiento para seguir una determinada línea editorial. Andalán, que ya contaba entonces con 10 años de vida, se había convertido en el referente cultural, y me atrevería a decir político de toda la izquierda de Aragón y se ensanchaba hacia un aragonesismo progresista e integrador. Se podía hablar y discutir de todos los temas con total libertad y al final se llegaba a un común denominador aceptado por la mayoría. Nunca nadie impuso su único criterio sobre los demás. Se aceptaba democráticamente el resultado y eso es lo que al final salía publicado.
Con una perspectiva de 50 años después de aquel nacimiento de septiembre de 1972, no puedo por menos de alabar la iniciativa (un poco visionaria y luego duradera en el tiempo) de aflorar una revista de pensamiento progresista en los estertores de la Dictadura (aunque todavía duraría tres largos años). No eran tiempos fáciles para la crítica y de ahí el secuestro de revistas y encarcelamiento de sus directores. Los poderes fácticos y reaccionarios de Aragón no vieron con buenos ojos el nacimiento de una publicación que cuestionaba sus privilegios y aportaba un punto de vista contrario a la perpetuación de sus intereses. Nunca han maridado bien los intelectuales con el poder establecido y a lo largo de 50 años ha habido muchas muestras de esta divergencia.
Creo sinceramente que Andalán, a lo largo de toda su historia y especialmente en los momentos más difíciles de su andadura, ha supuesto un hito, en Aragón y en toda España, en la creación de una conciencia progresista y aragonesista muy difícil de igualar. Desgraciadamente nadie ha cogido el testigo que con tanto tesón y esfuerzo hicieron posible sus creadores. El único consuelo es la edición digital de hoy en día, pero hay que reconocer que la sociedad aragonesa y española han cambiado mucho y que la ilusión por el cambio y la apertura que había en 1972 ahora ya no se dan.
De todas formas, enhorabuena a todos los que contribuyeron a que Andalán nos iluminara en muchos temas y esperemos que sus enseñanzas y aportaciones no caigan en saco roto.