andalán 50 años » IV. Algunos nombres propios

DELGADO ECHEVERRÍA, Javier
Zaragoza, 11 de octubre de 1953–6 de septiembre de 2019.
Escritor, bibliotecario, investigador de arte y naturalista, y activista social y político. Javier era muy de Andalán: figuró pronto en su grupo de fundadores, el más joven de todos, ya por entonces miembro activísimo del PCE, y que nunca se cansaba de hablar, de escribir, de discutir, de proponer o de exigir pasos adelante. Escribió de todo, en casi todas las secciones. Educadísimo siempre en nuestras interminables veladas de los lunes, discreto aunque todos sabíamos qué hacía, de donde procedía. Su biografía posterior está contada y muy bien contada por él mismo en su libro de la BArC: una historia muy dura y muy hermosa (a la hora de contarla), antes, durante y bastante después de la muerte del general Franco, un papel muy destacado en el mundo universitario, en el mundo cultural zaragozano, en su partido, donde fue su mentor e íntimo amigo Vicente Cazcarra.
Participó en actividades teatrales, muy vinculado al Teatro de la Ribera. Era una persona singularísima, que anotó en su atormentada biografía trazos y oficios de estudiante, joven comunista “liberado” y clandestino, librero, bibliotecario… hasta que la enfermedad traidora le dio la baja, luego la jubilación. Siempre, por su jovialidad, su inteligencia, su humor irónico o explosivo, sus verdades del barquero, fue querido, respetado, temido, tenido en cuenta.
Fue estupendo poeta y divulgador de la poesía (El peso del humo. Libro de horas profanas (1988) o Amoramorte (2009), su impulso a las convocatorias y ediciones de ‘A viva voz’ y ‘Poesía en el campus’); Ensayista en Zaragoza marina (1982); novelista y autor de relatos de diversa magnitud (de Érase una vez una niña a la inmensa María, que elevó a su madre a categoría de gran personaje, con graves disgustos familiares); estudioso del latín y el hebreo, al que le mordieron las grandes preguntas espirituales; animador del teatro y sus muchos experimentos; divulgador y defensor de la Naturaleza en todas sus formas (parques y jardines, plantas en el arte, libros como Ciudadanos árboles: Guía de los árboles de Zaragoza); historiador del tan importante y complejo mundo comunista aragonés (biógrafo de Vicente Cazcarra, editor de Manolo Gil, Floreal Torguet); amante de su ciudad, Zaragoza a la que hizo marina en un libro inconmensurable; amigo y discípulo de José Antonio Labordeta y estudioso temprano de su hermano Miguel;
Fue un nostálgico aun de lo no perdido, y sus reflexiones incluyeron intelectuales análisis profundos, poéticos o no (Ética de la resistencia, Memoria vencida, Uno de los nuestros). Y fue un gran activista social, como han recordado las noticias de toda la prensa: apoyando, acompañando, aconsejando, a diversos movimientos y luchas. Ecología y Desarrollo, partidos, sindicatos, movimientos vecinales, tuvieron siempre su presencia, escritos, solidaridad.
Sus dos puntales fueron siempre Ana, su compañera, Celia, su hija. Por ellas construyó un blog que sintomáticamente se titulaba “Renacer una y otra vez”. Y mostraba su gran preocupación por lo que no dudaba en calificar de “El desastre de la vida política española”, sobre lo que salió su último artículo, el mismo día de su muerte.
Un muy querido amigo, un gran escritor y pensador, un hombre de una pieza, que sabía lo que significaba la palabra compromiso.