La ciudad inconquistable
Con ese sobrenombre fue conocido el señorío de Albarracín, hasta finales del siglo XIII. Albarracín era una población rica y estratégica, independiente, indómita y desafiante frente a los reinos de Aragón y Castilla, hasta que en el año 1284 se le acabó su suerte al ser asediada por las huestes del rey de Aragón Pedro III el Grande. Tras el éxito de su anterior novela El Castillo, Luis Zueco vuelve con una nueva obra, que tiene en común con la anterior el estar ambientada en la Edad Media en Aragón y el tener un corto título. La correcta prosa del autor, se encargará de “obligar” al lector a acudir al lugar dónde se recrean sus novelas. Así ocurrió con El Castillo, ambientada en el castillo de Loarre (Huesca), y suponemos que así ocurrirá con Albarracín, lugar en el que está ambientada la nueva novela, La Ciudad.
La trama de la novela se desarrolla a lo largo de cinco meses, y poco tiene que ver con el asedio del rey aragonés y su consabida defensa de la ciudad, más bien el asedio es una excusa, que utiliza el autor para desarrollar la trama por la que pasarán una serie de personajes, cuyo único objetivo es salir de la ciudad. De los muchos, casi excesivos personajes que circulan por la novela, dos son los verdaderos protagonistas: La ciudad de Albarracín, con sus empinadas y estrechas callejuelas que va compartiendo y quitando, como sí de un ente vivo se trata, los secretos y leyendas con la verdadera protagonista: Alodia. Una mujer fuerte, inteligente, difícil de olvidar – entre otras cosas por sus ojos bicolor- en una época tumultuosa como la que se describe, en el que la mujer no servía para nada más allá que parir y criar a sus hijos.
Zueco, a lo largo de la novela, no deja pasar la oportunidad de hacer un guiño al autor del Nombre de la rosa, no obstante, sus primeras palabras son para el aclamado autor italiano que falleció mientras el autor estaba terminando la novela. El personaje de fray Esteban, anciano fraile enviado desde Roma a Albarracín con el objetivo de investigar los extraños sucesos que se están produciendo en la ciudad, no deja de recordar, en cierta manera, al fraile franciscano Guillermo de Baskerville. También recuerda bastante, salvando el argumento y la época en la que están descritas ambas novelas, a El Asedio de Pérez Reverte (una ciudad asediada, unas muertes inexplicables que asolan el alma de sus ciudadanos).
Cualquier novela histórica que se precie, aparte de entretener, de alguna manera debe enseñar parte de nuestra historia. Aunque, como afirma el propio autor de la novela: «La mentira siempre hace mucho ruido, necesita elevarse sobre la realidad. La mentira es algarabía y griterío, mientras que la verdad es una suave melodía que todos conocen, aunque muchos olvidan«.
Luis Zueco. La Ciudad. Ediciones B. Barcelona 2016. 501pgs