27/04/2017

Las máscaras de Dios. Mitología primitiva

page_1Joseph Campbell

Editorial Atalanta, Girona, 2017

695 páginas

 

El género literario ensayo vive en los últimos años una suerte de renacimiento. Los lectores –casi siempre avezados, debo reconocerlo– se interesan cada vez más por él, pero lo hacen con una condición: que se lea con la fluidez o la emoción de la narrativa. Este ha sido el caso, por ejemplo, de “La España vacía”, de Sergio del Molino, éxito editorial del año pasado. Y podría ser también el de “Las máscaras de Dios”, de Joseph Campbell, cuya reedición ha emprendido con acierto la editorial Atalanta.

Joseph Campbell fue  un famoso mitólogo, escritor y profesor norteamericano fallecido en 1987. “Las máscaras de Dios” fue tal vez su obra cumbre, publicada en cuatro volúmenes: mitología primitiva, mitología oriental, mitologías clásicas y mitología creativa, publicadas en España inicialmente por Alianza en los años noventa, si bien la original norteamericana data de 1959.

La nueva versión emplea la traducción de Isabel Cardona para Alianza, pero incorpora novedades provenientes de la última edición aprobada por la Joseph Campbell Foundation. ¿Dónde radica el interés o la actualidad de la labor emprendida por Atalanta. El interés es, a mi juicio, doble. En primer lugar radica en el ya aludido resurgimiento del ensayo y de que, precisamente, “Las máscaras de Dios” es una de esas obras amenas que se lee con el interés de una narración. Al fin y al cabo, Campbell no es sólo un científico, sino también un divulgador al estilo de Carl Sagan o Stephen Hawkins, cuya retórica nos interesa en todo momento por el dinamismo que imprime al texto y por las constantes alusiones a la cultura, la literatura o el arte.

Con frecuencia cita a psicoanalistas como Sigmund Freud o Carl Jung; a filósofos como Nietzsche o a escritores como James Joyce o Thomas Mann. Este último llego a afirmar que “El ojo del artista tiene una forma mítica de ver la vida”, y para J. Huizinga: “En todas las frenéticas imaginaciones de la mitología está jugando un espíritu divertido, entre los límites de la broma y lo serie. Según lo anterior los inventores de los mitos eran en realidad artistas a quienes movía una voluntad lúdica, cuya fe consiste en creer en el juego de los rituales. Por ejemplo, un cristiano cree que el pan y el vino son el cuerpo y la sangre de Cristo, y esa creencia irracional es justamente lo que da fuerza a sus convicciones.

Joseph Campbell en los años setenta.

Pero Campbell rechaza el carácter dogmático de las mitologías, al menos por lo que respecta a la intransigencia religiosa. Y este es el segundo gran interés de la obra: su voluntad ética a la hora de subrayar la igualdad y el sentido unitario de todas las mitologías. Se apoya para alcanzar esta tesis en el estudio comparado de todas ellas: “temas como el robo del fuego, el diluvio, el mundo de los muertos, el nacimiento virginal o el héroe resucitado, se replican con ligeras variaciones en todas las culturas mitológicas del mundo, lo cual nos permite concluir con la frase que abre el libro: “Cuando echo la vista atrás, a los doce satisfactorios años dedicados al empeño tan gratificante de escribir esta obra, encuentro que su principal resultado ha sido la confirmación de una idea que he mantenido larga y confiadamente : la igualdad de la raza humana, no sólo en su historia biológica sino también en la espiritual”.

El presente volumen, dedicado a Mitología primitiva aborda desde el Paleolítico y el Neolítico a las culturas precolombinas de América, analizando los mitos cavernarios, al hombre de Neandertal y al hombre de Cromañón, con temas tan sugestivos como el chamanismo. Es un placer transitar por las páginas de esta obra.