Bayo Marín, el hombre de los mil rostros
Zaragoza ha contado con excelentes artistas gráficos, que han nutrido páginas y paginas de distintos medios de comunicación, independientemente de la ideología, promocionando un producto, informando de una actividad, la programación de una idea, o el prestigio de una marca. Muchos nombres de aquellos artistas de oficio, se perdieron en el olvido, pero hay quien se ha dedicado a recuperar esos nombres, figuras como Manuel Bayo Marín (Teruel 1908- Zaragoza 1953), un dibujante de los pies a la cabeza, sin acicates a su alrededor, dominando a la perfección el lápiz, la pluma y el aerógrafo. Necesitaba una biografía, alguien que se ocupase de rescatar su vida y su obra. Decir Eduardo Laborda, es sinónimo de calidad, gran dibujante, mejor artista, y con buena mano para la escritura, como así lo demostró con su anterior libro, La ciudad sumergida (2008), donde nos llevaba de la mano por la Zaragoza de las viejas fotos, las viejas historias donde nadie, o casi nadie, se atreve a contar. No habrá sido tarea fácil sumergirse en la biografía de este artista, no por falta de datos, u obra, sino por la difícil función de saber llevar al lector por la Zaragoza y el Madrid de aquellos “felices años veinte”, a lo largo del libro, nos sumergiremos, a veces en una gran novela, otras, el recorrido es tan detallado, que parece que el propio autor estuviera presente en las conversaciones, grabando todo cuanto sucede para mostrárselo al espectador.
Los años veinte, fueron tiempos difíciles para los artistas, aquellos jóvenes con ganas irreprimibles de probarlo todo, de vivir la vida, y con poco o ningún interés por seguir carreras largas, ser artista, era una salida abierta a la imaginación, a la creatividad y a la popularidad, también eran años de censura, el dictador Primo de Rivera la impuso, sensiblemente al mundo del espectáculo y al humor grafico en el apartado del chiste y de la historieta. A lo largo de libro, Laborda, nos va desvelando las luces y sombras de una vida marcada por el trabajo y la superación propia, se recogen momentos alegres, como la aventura en patinete, que el propio Bayo Marín, junto a otros dos dibujantes hicieron a Madrid desde la Zaragoza de 1927, momentos de templanza y de auto aprendizaje, cuando va adquiriendo libros técnicos sobre la realización de cartel moderno y logra que su cartel titulado Guete, sea adquirido en 1929 por el SIPA (Sindicato de Iniciativa y propaganda de Aragón) como portada para la guía oficial de las fiestas de ese año, la maduración técnica, que llegará al ser contratado como caricaturista para La Voz de Aragón, su diario, donde publicará tanto portadas como caricaturas de personajes, 292 se han seleccionado para el presente estudio, del millar que tiene estudiado el autor.
El descubrimiento del aerógrafo, un gran avance técnico de los sistemas de impresión, que permite la rápida imposición del fotomontaje en la confección de anuncios, técnica que el propio Bayo Marín, manejará con destreza tanto para la fotografía, pintura o el dibujo. También recorre el libro momentos de sombras, de tristeza, la terrible guerra civil, que pillaría al artista en Madrid trabajando en Crónica. Paradójicamente, la guerra civil supondrá para el arte grafico, un periodo de desarrollo y esplendor, pintores y dibujantes serán elementos valiosos para ambos bandos, para una población, donde el nivel de analfabetismo es elevado y la numerosísima propaganda a través de carteles, periódicos…etc. será brutal, anunciando el cáncer que estaba por llegar. El presente libro, reconoce a este artista deslumbrante del siglo XX, formando parte por meritos propios, junto a Federico Ribas o Rafael de Penagos, de esa llamada Segunda Edad de Oro de la ilustración española.
Para saber más:
Eduardo Laborda: Bayo Marín. Entre luces y sombras. Diputación Provincial de Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 2010.