Un paseo ciudadano rodeados de Arte
Zaragoza, en la titubeante primavera (lluviosa, cálida, gélida, ventosa), ofrece en los ya diurnos atardeceres, en las mañanas de sábados y domingos, oportunidad de pasear por el centro y contemplar muy buenas exposiciones de arte. Recientemente hemos hecho uno de esos recorridos, que proponemos a los lectores de estás virtuales páginas (y, lo mismo que los zaragozanos podemos ir, por ejemplo, a Huesca, a disfrutar de alguno de los sábados de mayo en conciertos maravillosos en el Museo, aragoneses de allí y de otros sitios pueden hacer lo mismo con este senderismo cultural, pienso yo).

Ibercaja, Eneas y Dido
El paseo puede comenzar, por ejemplo, en Ibercaja, y junto al bellísimo Patio de la Infanta, renovadas sus visitas que incluyen la planta alta, hay una exposición de fondos artísticos que atesora la principal entidad financiera aragonesa. Una colección no muy amplia (pero no olvidemos el Camón y sus espléndidos goyas, etc.), cuidada, bien organizada y explicada: lástima que los letreros, poco iluminados y de letra muy pequeña, sean difícilmente legibles… (como en tantos otros casos).
Pasear por Independencia es siempre gratísimo, y esta temporada bulle la gente, que algunos llaman “caracolada”, alegría por el intermitente buen tiempo. Y llegando al Palacio de Sástago, sorprende la creatividad, la perfección del dibujo, lo original de la propuesta de un clásico como es Cristóbal Toral. Y, calle Alfonso abajo, en la Lonja sorprende la belleza de las esculturas de Alberto Gómez Ascaso, otro clásico ya. Y por la calle Mayor hacia San Jorge, llégase a la Casa de los Morlanes, donde el gran José Luis Cano ofrece una recreación del quizá más famosos de todos los cuentos infantiles, Blancanieves, lleno de gozos y terrores, que freudianamente plantea en preciosos dibujos.
El paseo podría haber tenido prolongación, a buen paso, en los fondos de Arte de la Universidad y sus más preciados libros impresos, en el Paraninfo; y acaso en la Luzán y, desde luego en la Galería A del Arte. Hemos hablado, pues, de buenas galerías o salas privadas, de la Diputación y el Ayuntamiento, en dos versiones. Nos falta, todavía, cuando escribimos, una decisión final sobre el Pablo Serrano (pónganle los apellidos que quieran, ese es el nombre, sin olvidar jamás a Juana Francés, y sus fondos), si viene o no el fondo Citoler; si hay, además de algo de dinero, imaginación, voluntad y decisión de redondear un círculo de arte que no sea caucasiano…

Escultura de Alberto Gómez Ascaso