Mírame bien. Memorias de Anjelica Huston
Traducción de Teresa Arijón
Editorial Lumen. Barcelona, 2015
688 páginas
Al comienzo de Mirame bien, memorias de Anjelica Huston publicadas por Lumen, la actriz cuenta como su padre, el director de cine John Huston, se encontraba en Uganda en 1951 rodando La reina de África junto a Humprey Bogart y Katherine Hepburn, cuando un mensajero descalzo llegó hasta él y le entregó un telegrama. Huston le echó un vistazo y, sin pestañear, se lo guardó en el bolsillo. Por el amor de Dios, John, ¿qué dice? –preguntó la Hepburn–. Es una niña, se llama Anjelica –respondió Huston.
He sacado del armario las memorias de John Hustón: A libro abierto, editadas por Espasa en 1986 y buscado entre las páginas amarillentas la primera vez que el director cita a su hija. Lo hace hacia la mitad del libro, concretamente en la página 248. Escribe Huston: De Paris fui a Londres, donde me reuní con Ricki y Tony y tuve por primera vez en mis brazos a la pequeña Anjelica. Tomamos un piso en Grosvenor Square y me dedique a hacer el montaje de La reina de África.
A lo largo de casi seiscientas páginas, su padre sólo vuelve a citar a Anjelica en otras cuatro ocasiones. Sin embargo, John Huston está presente casi en cada página de Mírame bien. Sin ir más lejos, tras contar la chocante anécdota africana, su hija lo describe como un hombre alto y atractivo, de voz seductora. Un hombre siempre rodeado de amigos famosos del cual su madre: Enrica Soma, se enamoró hasta los huesos con tan solo dieciocho años. Enrica iba para bailarina de ballet clásico, pero dejo su carrera por seguir a John, quien pasaba de los cuarenta años y se había casado ya en tres ocasiones.
Enrica, o Ricki, como la llamaba Huston, le dio a su marido dos hijos en dos años. Poco después de nacer ambos, la familia se estableció en St Clerans, una mansión en la campiña irlandesa. Pero él rara vez estaba allí, siempre andaba por el mundo, de rodaje en rodaje. Ricki trataba de atender a sus hijos y al mismo tiempo seguir los pasos de su marido, para descubrir sus constantes infidelidades.
John Huston aparecía en St Clerans por Navidad o en el verano, siempre rodeado de amigotes. Anjelica recuerda unas pascuas en que el Nobel de literatura John Steinbeck, disfrazado de Papá Noel, le entregó los regalos. Pero lo cierto es que Huston nunca estaba, aunque su hija no termine de ponerlo de manifiesto, a ella y a su hermano Tony los criaron la madre y las niñeras. Anjelica escribe: Yo no preguntaba, porque era el mejor modo de evitar respuestas que no quería oir.
Huston fue un aventurero aficionado a la caza, al alcohol, al juego y a las mujeres. Pero su capacidad de seducción hacía que cayera bien a todo el mundo, que todas lo perdonasen. Y esa capacidad de seducción parece afectar también a su hija, porque pese a su distancia, ella lo ama, lo admira. De un modo casi inconsciente que se deja ver en su escritura, lo tiene como un referente. Hasta tal punto que del hombre a quien más amó, Jack Nicholson, afirma que se parecía mucho a su padre. Y en efecto, al igual que Huston, Nicholson es un seductor que vive una vida intensa, que se rodea de amigos y de aficiones.
Resulta curioso comprobar cómo, en cuestión de hombres, Anjelica Huston parece seguir los pasos de su madre. Al igual que ella, se enamora de hombres mayores. Cuando comienza a dedicarse a la moda, con menos de veinte años, su primer novio es el fotógrafo Bob Richardson, que tiene más de cuarenta. Jack Nicholson también le lleva catorce años. Se trata de hombres carismáticos y egocéntricos por los que ella siente admiración. Durante décadas, Anjelica vive para Jack Nicholson, pero éste pronto comienza a engañarla con diversas mujeres. A menudo se encuentra con ropa interior femenina o joyas que no son suyas en la casa que comparte con el actor, y aplica la máxima de su infancia: no preguntar para evitar respuestas indeseadas.
Pero llega un momento en que ya no puede más. Sucede cuando él, que se ha negado a casarse con ella durante décadas, le confiesa que deben romper porque ha dejado embarazada a otra. Anjelica es víctima de una crisis profunda: se da cuenta de que ha vivido la vida de él, al igual que su madre vivió la de su padre. Cuando va a contárselo a él trata de animarla diciéndole: No te preocupes, Anjelica, no tiene importancia, todos los hombres son infieles.
Mírame bien muestra la fortaleza interior de su autora, que se sobrepondrá a todos estos fracasos y encontrará finalmente el amor verdadero junto al escultor mejicano Robert Graham, el cual sin embargo morirá años más tarde, víctima de una extraña enfermedad. También nos ha dejado un puñado de actuaciones memorables, como las de Delitos y faltas, de Woody Allen; Los timadores, de Stephen Frears o Los muertos, en la cual la dirigió John Huston con un respirador artificial, pocos meses antes de morir.