16/12/2016

El Compromiso de Caspe

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El Compromiso de Caspe (Dióscoro Puebla. Congreso de los Diputados)

El Compromiso de Caspe fue el acuerdo producido en dicha villa aragonesa en junio de 1412 por los compromisarios, representantes de Cataluña, Aragón y Valencia, por el que se designó como sucesor del rey Martín el Humano en el trono de la Corona de Aragón al infante Fernando de Antequera de la dinastía de Trastámara, reinante en Castilla.

La historia comienza con la muerte del rey Martín el 31 de mayo de 1410 sin dejar descendencia y sin haber nombrado un sucesor. Un año antes había muerto su único hijo, Martín el Joven, rey de Sicilia.  Se abrió, pues, un período de incertidumbre, de vacío de poder. En la Corona de Aragón no había ninguna disposición escrita sobre la sucesión al trono, por lo que los testamentos reales y algunas disposiciones sobre derecho hereditario habían formado la costumbre, algo muy distinto de lo que ocurría en Castilla o Navarra. A lo sumo, había disposiciones que aludían a la supuesta legítima designación y a cuestiones de procedimiento de las coronaciones y juramentos. El testamento real, pues, era el documento sobre el que se basaba la sucesión, pero Martín el Humano había dejado uno que ya no valía porque en él dejaba como sucesor a su hijo, que había fallecido antes que él, y no había dictado ninguna otra última voluntad. Aunque en el testamento se aludía también a los descendientes del rey de Sicilia, éste solamente había dejado un hijo y era bastardo, por lo que no podía acceder al trono.

Todo hacía suponer que el sucesor al trono sería el conde Jaume II de Urgell, bisnieto del rey Alfonso el Benigno, y que había sido nombrado gobernador general de la Corona, un cargo inherente a los herederos al trono. Pero la situación se complicó porque la alta burguesía de Barcelona y la pequeña nobleza no eran favorables a la causa del conde. Pero, además se postulaban otros candidatos que podían alegar derechos sucesorios, como Luis de Anjou, Federico de Luna, Fernando de Trastámara, Alfonso de Gandía y el conde Joan de Prades. Las disputas entre estos candidatos reflejaban las tensiones internas de la Corona de Aragón, compuesta de distintos reinos, y no realmente diferencias familiares porque los parentescos eran muy lejanos o casi inexistentes.

Los tres reinos quedaron bajo autoridad de tres gobernadores, a la espera de la convocatoria de un parlamento general que debía designar el sucesor o determinar el proceso de designación del mismo. Las disputas de los distintos bandos empujaron a Fernando de Antequera a intervenir con tropas en las tierras de Aragón. Esta era una clara medida de fuerza. Además, consiguió la ayuda del papa Benedicto XIII, ya que, por su parte buscaba el apoyo de la Corona de Aragón y de la de Castilla para su causa, en pleno Cisma de Occidente.

El papa de Avignon consiguió que los representantes de las Cortes de los territorios de la Corona se reunieran en la localidad de Alcanys en febrero de 1412, donde se firmó una Concordia el día 15. Por este acuerdo se establecía que las distintas Cortes delegarían en unos compromisarios la facultad de nombrar un sucesor para la Corona. El papa deseaba que no fuera un grupo muy nutrido, sino un número reducido de expertos, y que se eligiese al sucesor por mayoría.

El 29 de marzo de 1412 los nueve compromisarios elegidos  se reunieron en Caspe para examinar los derechos de los candidatos y el 24 de junio se dictaminó a favor de Fernando de Antequera. El voto no fue unánime pero sí lo fue por mayoría. El que era regente de Castilla era el pariente más cercano al rey difunto. Era descendiente de Leonor, hija de Pedro IV y hermana del rey Martín. Así pues, era descendiente del rey difunto en tercer grado de consanguinidad. El día 28 de junio se proclamó a Fernando como rey en la iglesia mayor de Caspe por Vicente Ferrer tras un oficio religioso de acción de gracias.

A partir de entonces, en las dos principales Coronas cristianas peninsulares reinaría la misma dinastía, la de los Trastámara. Fernando había sabido jugar sus cartas desde el principio para hacerse con el trono. Su poder militar, el apoyo papal y el del santo valenciano Vicente Ferrer, fueron determinantes. Por otro lado, el Compromiso de Caspe ha sido contemplado como una solución casi modélica ante un grave problema, bastante común en la Europa de la crisis bajomedieval, y que solía derivar en guerras sucesorias. Se ha hablado de la consolidada tradición legal de fueros, pactos y acuerdos propios de la Corona de Aragón, cuyo sistema político se basaba en el pactismo.