La otra vida de los Amantes de Teruel
Con ese sugerente título publica un nuevo libro nuestro amigo Francisco Javier Aguirre. Como introducción y noticia del mismo reproducimos el prólogo que le hace nuestro compañero Eloy Fernández Clemente.
Javier Aguirre, riojano de nacimiento y aragonés de fuero, adopción, querencia, tiene muchos perfiles, no fáciles de resumir. Le conocí hace casi cuarenta años, cuando dirigía la Casa de Cultura de Teruel y coincidíamos en el Instituto de Estudios Turolenses. Luego, en sus años zaragozanos, hemos mantenido una amistad por encima de toda diferencia, que las hay, en nuestra visión de la vida y la muerte, la mente y el espíritu, la escritura y la música, en la mayoría de los casos reconociendo su clara superioridad técnica. Por ello acepté, una vez más, presentarle, comentar sus textos, hablar de una vida apretada y plena, y una amistad de las buenas, que obligan.
Javier se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid y, aunque alguna vez me ha hablado de su trabajo en Espasa Calpe, sabemos poco de esos años que, sin duda, debieron de ser decisivos en su formación; ya en esos años publica narrativa: El avispero (Madrid, 1977), y quizá otros títulos que no tengo anotados. Ojalá cuente un día toda esa parcela de su rica y compleja personalidad.
En cambio, sí sabemos, bastante, de sus años de Teruel, en que fue excelente director desde la Casa de Cultura de toda la red bibliotecaria provincial, la dinamizó de modo ejemplar y potenció la recuperación y catalogación de miles de legajos en archivos casi desconocidos, de todos los archivos municipales con viejos documentos, tarea monumental hoy reflejada en cuatro magníficos y utilísimos tomos bajo el título común de Catálogo de los archivos municipales turolenses, tarea y edición que dirigió, con la colaboración de Carmen Moles Villamate y María Pilar Abós Castel, incluyendo el del Archivo de la Comunidad de Albarracín.
Y desde su cargo como miembro del Consejo del Instituto de Estudios Turolenses, se ocupó de la sección de Bibliografía y Documentación. Ha asistido activamente en las varias Jornadas sobre el estado actual de los estudios sobre Aragón organizadas desde el ICE de nuestra Universidad por Agustín Ubieto, que comenzaron precisamente en Teruel, en 1978.
Ciudadano comprometido, participó por breve tiempo en la política local (lo que le hizo persona non grata de ese tipo de venales políticos que creen que tomar otras vías que las propias es ser un criminal de guerra). No se daba cuenta, al iniciar ese breve camino, en dónde se metía, como se ha metido luego en mil batallas y algunos pleitos, por disentir de las ordenanzas y los diktat de algunos.
Su independencia y forma de actuar le llevaron a ser cesado sucesivamente, y sólo cito dos casos, en 1984, por el consejero Darío Vidal como Jefe del Servicio de Patrimonio Histórico-Artístico “por permuta de puesto de trabajo”, y en 1996, por el consejero Bielza, “dado el carácter discrecional de la remoción del puesto de Jefe del Servicio de Archivos y Museos, agradeciéndole los servicios prestados.” Y otras “persecuciones” que cuenta en este texto evocando aquellas y otras amarguras, obviando piadosamente algunos nombres, escapando al rencor.
Hombre de extraordinaria amabilidad, gran cultura, originales propuestas de lectura, valora muy altamente la amistad y la sinceridad. En los últimos lustros, Javier ha volcado sus muchas ganas de hacer cosas en foros de difusión cultural como sus secciones literarias y musicales en TVE, en tertulias de amigos de los libros, en la desaparecida revista Trébede, en sus críticas musicales en el Heraldo de Aragón, nuevas críticas de teatro, etc.
Autor de una obra profesional extraordinaria, en cantidad y calidad, además de los citados, importantísimos Catálogos, ha trabajado en lo que estrictamente es su profesión, elaborando artículos o parte de libros como los referidos a bibliotecas y archivos en Aragón, bibliografías como las de la «Miscelánea Turolense» y de la Biblioteca del Instituto de Teruel a fines del siglo XIX.
Estudioso de la recuperación asombrosa que se ha dado en docenas y docenas de pueblos cuyos numerosos y ruinosos edificios –religiosos o civiles- han reabierto sus puertas con fines públicos, tuve el gusto de publicarle en la BArC, Puertas abiertas. El patrimonio monumental revitalizado, libro para cuya preparación se recorrió varias veces el territorio.
También muy interesante es su Guía de Teruel y provincia (Zaragoza, Logi, 2007). Pocos como él, tan enamorados y conocedores de Teruel y sus tierras. No podía sino salir de sus manos, de pulso emocionado y sereno a la vez y de su gran cultura viva, un bello, útil, ilustrativo vademécum de cuanto reseñable hay en la querida provincia del Sur aragonés.
Como escritor de novelas, relatos, ensayos, su gran vocación no oculta, ha publicado dos docenas de libros de relatos o novelas en los que el paisaje, la zona donde transcurren los hechos, su cultura y sus misterios, cobran fuerte protagonismo (el Matarraña, Fonz, Illueca, el Monasterio de Piedra, la Muela, el Moncayo mágico, Valdejalón…).
He dicho más arriba que era difícil resumir esa vida. Y, afortunadamente, en estas páginas que Javier ha escrito “mirando atrás sin ira” (o con poca ira), hay todo un esbozo amplio y perfecto de autobiografía, memorias disfrazadas de su vagar en torno al tema de los Amantes de Teruel. En el que no se reconocía experto ni especialmente estudioso, pero que abordó por ser un tema tan turolense, que es lo que Aguirre es sobre todo, merecedor de cruces y adopciones si la política fuera de otro modo.
La historia de su acercamiento y consolidación de ese turolensismo nos la cuenta por aproximaciones varias, y explicaciones de por qué eligió Teruel para su ejercicio profesional, toda una confesión de algo predestinado. Deslizándose entre la documentación bibliográfica, la literatura, la música, el cine, nos narra sus gestiones, estudios, descubrimientos, sobre el mito de los Amantes.
Es de una gran prudencia su huída de las subtramas, que derivarían demasiado, aunque uno se queda siempre con ganas de leer esos posibles devaneos, anécdotas, reflexiones. Comentario aparte merece su actuación con relación al que denomina “Affaire Theodorakis”, todo un ejemplo de lo que los anglosajones llaman “quest”, indagación, busca rocambolesca, o, como dicen los portugueses para denominar cualquier investigación, “pesquisa”. Una aventura apasionada y apasionante, que le lleva a viajar a Grecia, a Francia, y a organizar proyecciones y conciertos espectaculares. Creo que, por su extensión e interés, esas páginas constituyen el centro del relato.
Y son, espero, un adelanto de un gran libro de memorias, ya importantes para la historia cultural, social, política, del Teruel del último medio siglo. Qué gran tributo de gratitud y devoción hacia Teruel, de este, entre sus hijos (espirituales, autoadoptados) uno de los mejores.