En la muerte de Alfredo Castellón
Nuestro amigo, el estupendo cineasta y grandísima persona, todo bondad y sencillez, se ha ido de puntillas. Ya no nos llamará más en cada viaje a Zaragoza, para vernos y charlar un rato. Y esta tierra suya se queda sin haberle homenajeado como merecía. Así son las cosas. En Andalán le queremos recordar reiterando los textos que le iban recordando en los últimos tiempos. Tres breves noticias que resumen nuestra visión sobre él, nuestro cariño.

En la foto, de Emilio Casanova, identificamos a él, Javier Espada, Juan Domínguez Lasierra, Pepe Cerdá, Alfredo, una amiga de Juan, Antón castro, Isamel Grasa y Eloy Fernández
5-8-10
Pocas personas en la cultura aragonesa son tan merecedoras de respeto y cariño como este Alfredo Castellón, siempre dulce en el hablar, siempre afectuoso, lleno de buenas noticias. Su obra, oculta un tiempo por el desorden de las memorias, va siendo conocida y reconocida. Lo es, por ejemplo, ahora, con la edición de un primoroso libro/disco, editado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que ofrece la casi mítica adaptación cinematográfica que Alfredo y Eduardo Mann hicieron de “Platero y yo”.
Alfredo que anda en sus juveniles primeros ochenta años, es un realizador de televisión de los pioneros que trabajaron en TVE casi desde que está comenzó, en 1956. Ha realizado todo tipo de programas, lo que siempre forma, para especializarse pronto en los espacios dramáticos y realizando numerosos programas de Primera fila, Novela o Estudio 1. Expertos han alabado la calidad en sus versiones de, por ejemplo, El ávaro, de Molière, Puebla de las mujeres o Vía Crucis, de Gerardo Diego.
Series tan populares como La casa de los Martínez, Visto para sentencia o El último café, contaron con su sabia cámara. Un hito extraordinario lo marcó el rodaje en 1987 de Las gallinas de Cervantes, basada en la obra de Sender, y protagonizada por Miguel Rellán y José María Pou, que obtuvo el Premio Europa de Televisión. En 1991, en el espacio Mujeres, hizo una semblanza de la escritora María Zambrano, su maestra yamiga a la que ha tratado y estudiado asiduamente. “Platero y yo”, el libro, se lee con la frescura del primer plumazo de Juan Ramón Jiménez. La película, que guarda toda la pureza de su escenificación andaluza, fue presentada hace algunas semanas en la Filmoteca con éxito. A ver si esto anima a las autoridades culturales a fijarse en este excelente profesional y esta bellísima persona.
30-12-12
Por esos días, habíamos celebrado con Alfredo Castellón, en tantas cosas vida paralela, amigo de Borau, realizador de televisión y director teatral, escritor, y también escritor y viejo amigo, la publicación de su último libro, “El ruido de la memoria”, en que evoca desde su infancia en los años treinta hasta nuestros días, con exquisita escritura y fino humor. Y la presentación fue una maravilla, respondiendo a indagaciones de Antón Castro con historias personales, íntimas, muy divertidas.
3-4-17
Alfredo Castellón, el gran cineasta merecedor de mucha más atención y homenaje por parte de nuestros gobiernos, medios, sociedad, acaba de presentar su nuevo libro, “Mis apólogos” (publicado por STI), con textos breves de recuerdos de una vida tan plena y activa, desde que hace sesenta años fuera pionero de la televisión en España y productor de todos aquellos programas que embelesaban a los españolitos de entonces: concursos, variedades, entrevistas… y sobre todo el teatro filmado, desde los sainetes de los Quintero al celebre Estudio 1. Entre sus cientos de obras dirigidas, destacan la trasposición al cine de la obra de Sender “Las gallinas de Cervantes” (1987), Premio Europa de Televisión, sus semblanzas de su gran amiga y guía María Zambrano, la dirección en Mérida de Antígona (1991), con Victoria Vera, la serie “Mirar un cuadro”, o biografías como las de Cajal, Azorín y Machado (de ésta, reducida por la censura a 14 minutos, había pagado de su bolsillo algunas imágenes a la BBC). Tomamos esta estupenda foto del blog de Antón Castro (las hay a docenas, maravillosas, como la entrevista que le hizo en 2005), o la noticia de su libro de cuentos ‘El ruido de la memoria’, que apareció en noviembre. El más humilde y discreto de nuestros grandes aragoneses, fue homenajeado por la Filmoteca en 2006. Y merece serlo a diario por su sensibilidad y enorme cultura.