Tranvías y autobuses, otra historia de Zaragoza
Reproducimos, como es nuestra costumbre, esta reseña de nuestro compañero Eloy Fernández Clemente, publicada en Artes y Letras de Heraldo de Aragón, el jueves 22-11-18.
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Como en todos los países desarrollados, el transporte público ha tenido un papel fundamental en el gran crecimiento y transformación de Zaragoza, ha facilitado la movilidad de las personas y la ubicación de sus viviendas y trabajos. A su vez, las diversas políticas urbanísticas han repercutido en ese transporte.
Esta historia comienza con los tranvías de tracción por casi cien animales, las conexiones con el ferrocarril, la electrificación a partir de 1902, los autobuses y trolebuses, hasta el nuevo tranvía, centro hoy de entusiasmos y polémicas. El libro, perfectamente organizado, analiza esa evolución en el mundo desarrollado, con breves excelentes perspectivas; se centra luego en el desarrollo urbanístico de Zaragoza; la oferta de transporte público; la evolución de la principal empresa que, aun cambiando de nombre, socios y gestión (Tranvías de Zaragoza/Tuzsa) abarca casi todo el tiempo; y la organización del trabajo y las relaciones laborales: jornadas, salarios, descansos, servicios sociales, incidencias, y la habilidad de las partes para mantener casi siempre un equibrio asombroso, y en las últimas décadas un movimiento sindical bien organizado que consiguió mejorase sustancialmente la capacidad adquisitiva de los empleados.
Vemos surgir las venas de la ciudad en las diecisiete líneas de los tranvías, que en 1930 cubrían 30 km. Sus grandes rivales, sobre todo a partir de mediados de los cincuenta, los automóviles privados, los trolebuses (eléctricos, con cables aéreos) de historia relativamente efímera, y el autobús, que no precisa raíles ni cables y cubre radialmente nuevas zonas de una ciudad en continuo crecimiento hasta provocar el cierre de tranvías, el último en 1974.
Se nos cuenta la participación de la burguesía local, los Paraíso, Gil Berges, Isábal, Lacadena, Escosura, Izuzquiza, y la pronto decisiva presencia de los Escoriaza, cuya “era” casi mítica (siete décadas) es descrita más adelante, así como los nuevos diferentes propietarios: fuerte presencia desde 1895 de capital belga (como en la interminable línea de Calatayud a Sagunto) hasta Avanza que se vende en 2006 a una sociedad británica de capital riesgo y luego, en 2013, a un grupo mexicano. Pero en 1982 el Ayuntamiento que preside Sáinz de Varanda suscribe un convenio de obligaciones y derechos: con lo que las decisiones estratégicas, incluidos los precios, la supervisión, fueron desde entonces del Municipio.
Un enfoque muy lúcido explica cómo con la llegada de la democracia cambió el concepto de ciudad, humanizándola, primando la calidad ambiental y confortabilidad; se realizaron parques, plazas y equipamientos; se mejoró la red de comunicación vial. En 2002 se aprobó un nuevo plan general, cuya política expansiva aumentó la necesidad de motorización y de transporte público que desde 1976 se basaba exclusivamente en el autobús. “En el año 2004 se redactó un plan intermodal de transportes que, de una manera integral abordaba la movilidad de la ciudad con la peatonalización de áreas y el desarrollo de carriles bici, la red de ferrocarril y cercanías… una nueva línea de tranvía en el eje norte-sur”. La Expo de 2008 permitió realizar muchas infraestructuras básicas, contribuyendo a esa transformación de la ciudad. En todo ello estamos.
El estudio, financiado por Tuzsa (y los autores han contado con sus archivos), se inició con una muy visitada exposición en el Paraninfo en 2013. De allí proceden las abundantes fotografías, otro mérito adicional de este libro, de una elaboración modélica, que supone casi una historia de la capital aragonesa desde perspectivas urbanísticas, económicas, ténológicas, sociales. Un paso más en las excelentes trayectorias de los tres profesores de Historia económica de nuestra Universidad.
Vicente Pinilla, Luis Germán, Agustín Sancho: El transporte público en Zaragoza. Desde 1885 hasta la actualidad. Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2018, 266 páginas.