En recuerdo de Joaquín Coll
Joaquín Coll Clavero (Lascellas, 1944) falleció el 10 de julio. Concluye así la rica peripecia vital de quien, vinculado estrechamente a la ciudad de Barbastro, desarrolló desde allí una incesante actividad en muy diversos campos: poeta, escritor, político, activista social. Siempre sensible, sencillo, leal, ilusionado e implicado en la mejora de su entorno social, Joaquín deja un agradecido recuerdo en todos quienes tuvimos la suerte de conocerlo y compartir amistad y proyectos.
Hijo de comerciante, en una familia de cuatro hermanos, tras cursar la licenciatura de Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona, desarrolló su labor profesional en la Gerencia del Hospital de Barbastro, y participó en muy variados proyectos y actividades. Era miembro del Instituto Aragonés de Antropología, del Centro de Estudios del Somontano y de la Academia Aragonesa de Gastronomía.
En su faceta de activista social y político, de perfil nítidamente progresista y defensor de las libertades, Joaquín se implicó decididamente en impulsar el cambio hacia la democracia en la época de la transición. Su buhardilla de la calle Monzón fue refugio de muchas tardes con gentes ávidas de poemas, de teatro, de música, que compartíamos tan pronto llegaban a nuestras manos. De aquella época fue su participación en la Asociación Cultural del Somontano (ACUSO), promotora de la reivindicación del Hospital comarcal y de la recuperación del Hospital de San Julián, y que editó el libro “Barbastro. Callejero, guía e informe” (1978), en el que figura uno de sus poemas, que ahora cobra actualidad: “Cuando yo me muera de viello/que me viengan a enterrar/os de por a redolada/si es que llegan a quedar”. Después participó en la publicación del periódico independiente “Zimbel”, que, de 1982 a 1984, supuso una visión crítica y reformista de la realidad barbastrense. Años más tarde, su inquietud por la mejora de su ciudad le animó a ejercer como concejal, por el PSOE, en dos mandatos discontinuos.
Su actividad literaria fue continua desde su juventud, como poeta y como articulista en diversos periódicos y revistas. Hubo dos temas que le apasionaban y de los que nos ha dejado libros y artículos. Uno de ellos, el patrimonio alimentario, cuya salvaguarda es el propósito de “Manjares del Somontano (2002). Compendio de usos, recetas y ritos gastronómicos del Somontano, para evitar caigan en el olvido.” Elogiando el espárrago, el tomate rosa, las judías, los crespillos de borraja, pretendía además luchar contra el cambio climático, al defender los productos de kilómetro cero frente a las importaciones del otro lado del mundo. Dedicó también estudio y comentarios al libro “El cocinero ilustrado”, editado en Barbastro en 1863, de autor oculto bajo unas siglas, pequeño legado de la historia gastronómica, fuente de conocimiento que ayuda a descubrir placeres y territorios olvidados.
En 2014 publicó el libro “En torno a la relojería de Lascellas (1870-1978)”, trabajo de investigación acerca del taller artesano que fundó su bisabuelo Francisco Coll Marqués en Lascellas. En él reúne, junto a la historia del taller, material gráfico y técnico sobre la construcción de relojes de gran volumen, incluyendo relación de relojes construidos y fechas de su colocación.
Lo anterior solo es un resumen de algunos datos sobre Joaquín Coll. Pero no refleja suficientemente la grandeza de su personalidad y su carisma y generosidad. Es por eso que quienes le conocimos lo recordaremos por otras muchas razones y con profundo afecto. Descanse en paz.