30/09/2020

La transcendencia de lo real

En su obra El arte de amar, el destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista Erich Fromm, explica que “Las actitudes del padre y de la madre hacia el niño corresponden a las propias necesidades de éste. El infante necesita el amor incondicional y el cuidado de la madre, tanto fisiológica como psíquicamente. Después de los seis años, el niño comienza a necesitar el amor del padre, su autoridad y su guía. La función de la madre es darle seguridad en la vida; la del padre, enseñarle y guiarlo en la solución de los problemas que le plantea la sociedad particular en la que ha nacido”. El destino, a veces puede ser cruel, y en un abrir y cerrar de ojos, todo aquello que es conocido y querido por nosotros- familia, amigos, pareja- puede desaparecer, generando otra realidad paralela a la que nosotros conocemos. Son los años setenta en una ciudad pequeña, Plasencia. Rosa y Juan, apenas unos adolescentes, emprenden un viaje en coche a Portugal, a una clínica abortista clandestina, en el trayecto, un inesperado accidente hace que Juan muera. Esta es la introducción de la nueva novela del escritor zaragozano Ignacio Martínez de Pisón, Fin de temporada, que, como es habitual en los últimos años, publica con la editorial Seix Barral.

Veinte años después, Rosa e Iván, su hijo, aparecen en el otro extremo de la península, regentando un camping en la Costa Dorada, junto a Mabel, personaje que ejerce de “bascula”, de termómetro entre madre e hijo: “Rosa y Mabel tenían al menos una cosa en común: habían podido elegir su vida después de que la vida siempre eligiera por ellas. Y no es que esa vida que habían elegido fuera gran cosa, pero era suya. Arrastradas hasta allí por distintos aluviones, era inevitable que sintonizaran, porque compartían los mismos sedimentos de fracasos e infortunios”.

A lo largo de los siguientes capítulos, veremos el intento de Iván, que ya tiene la edad de su padre cuando murió, de empezar a independizarse y ver que puede tener una vida al margen de su posesiva madre. Hasta ese momento “la vida de esa madre y ese hijo se resumía así: siempre juntos los dos, de aquí para allá, no teniendo a nadie más, teniéndose únicamente el uno al otro”. En su libro El factor madre: cómo el legado emocional de tu madre afecta en tu vida, el Psicólogo estadounidense Stephen Poulter, señala que: “la madre puede ser nuestra primera experiencia de amor, pero dependiendo de cómo se dé ese vínculo, pueden convertirnos en personas más ansiosas, necesitadas, irascibles o depresivas. Características que nos impactan en todos los aspectos de la vida y en la forma en la que nos vinculamos con la propia madre y con los demás”.  En esta partida de ajedrez, queda una pieza más por aparecer, Céline, la novia francesa de Iván, que es de Toulose- un guiño del autor hacia los republicanos españoles exiliados-, para que se acabe abriendo la caja de pandora: “En una relación tan posesiva había poco sitio para terceras personas. Céline había tenido la sensación de estar cometiendo una profanación, al irrumpir en un territorio ajeno y sagrado. Entre Iván y Rosa percibía un vínculo profundo, oscuro, ancestral, como en las viejas pinturas de la maternidad y el descendimiento”.

 

La ruptura entre madre e hijo, nos permite ver a un Iván, en busca de su identidad, recorriendo las diferentes ciudades en las que había vivido con su madre: Bilbao, Logroño, Torrelavega,  Gijón, Jaca..etc.. Conociendo a su familia paterna, en Plasencia, en donde “queda fascinado con la que podría haber sido su otra vida”,  será Alberto, el primo y mejor amigo de su padre, el que ayude a Iván, a enfrentarse a sus propios demonios:“No eres el mismo si sabes unas cosas que si no las sabes. Saber nos hace diferentes, nos convierte en otras personas”. He incluso, parece que el protagonista acabe llegando a su propia conclusión: “Desde antes de mi nacimiento, como si fuera el pecado original, pesaba sobre mí un maleficio. Ese maleficio decía que yo jamás podría vivir en un mundo en el que viviera mi padre y viceversa. Que en el planeta había sitio para uno u otro, pero en ningún caso para los dos a la vez. Que el universo, por muy grande que fuera, nunca habría un hueco para ambos. Que en la eternidad no compartiríamos un solo minuto”. Aunque en esta novela no todo es lo que parece.

Ignacio Martínez de Pisón,  vuelve a tratar en esta novela, uno de los temas predilectos, las familias. Quizás, en esta ocasión, la novedad sea  la maternidad, tema que hasta ahora no aparece en su obra.  Es por ello que nos encontrarnos ante su novela más intimista. Los personajes de esta trama, cada uno a su manera, y, como si en el fondo se tratara de una moraleja, deberán descubrir cosas sobre la vida,  sobre sí mismos, y sobre los demás  que desconocían por completo. Como afirma el propio autor: “al final el pasado siempre acaba encontrándote…”.

Ignacio Martínez de Pisón. Fin de temporada. Seix Barral. Barcelona, 2020. 376 pgns