25/01/2021

Aniversarios musicales: ASTOR PIAZZOLLA

Se cumple este año el centenario del nacimiento de Astor Piazzolla, bandoneonista y compositor argentino, cuya calidad como intérprete y como autor de cientos de composiciones de gran belleza, que han dado nueva vida al tango, le hacen merecedor de ser recordado como uno de los grandes músicos del siglo XX.

 

Astor Piazzolla nace en Mar del Plata el 11 de marzo de 1921. Muy pronto marcha a Nueva York con su familia. Desde muy pequeño, animado por su padre, que le regaló un bandoneón a los ocho años, comenzó a tocarlo, siendo un instrumento que llegaría a dominar, dándole las máximas posibilidades expresivas.

De regreso a Buenos Aires, en su formación musical contó con las enseñanzas de Alberto Ginastera (1916-1983), admirador de Bartok y Stravinsky. Tras escuchar muchas veces las actuaciones de la orquesta de Aníbal Troilo, en 1939 logró pasar a formar parte del conjunto, con el que colaboró como bandoneonista y arreglista de muchos tangos tradicionales. Allí comenzó a innovar, lo que motivó críticas de los tradicionalistas de la ortodoxa vieja guardia del tango. Tras ganar el concurso de composición Fabien Sevitzky en 1953, viajó a Paris para estudiar armonía y música clásica con Nadia Boulanger, con la que perfeccionó  una base teórica y práctica para avanzar en la creación musical de un estilo propio.

 

 

Tras volver a Buenos Aires, lidera varios grupos con los que interpreta sus obras: en 1955, el Octeto de Buenos Aires; en 1960, el destacado Quinteto Nuevo Tango (bandoneón, piano, violín, contrabajo, guitarra eléctrica), con que va dando a conocer sus obras más recordadas; en 1963, un nuevo Octeto. Admirado en todos los países que visita, emprende giras por diversos países, con conciertos multitudinarios en lugares como el Carnegie Hall y el Central Park de Nueva York, los Teatros Colón y Gran Rex de Buenos Aires, el Olympia de Paris, el Konzerthaus de Viena o el Festival de Jazz de Montreux. Actúa con figuras del jazz como Gerry Mulligan o Gary Burton; y con cantantes como Amelita Baltar o Milva. Colabora con autores de  letras como Horacio Ferrer (Balada para un loco, Chiquilín de Bachín, la operita María de Buenos Aires) o Jorge Luis Borges (Cuatro canciones porteñas). Incuso compone Le Grand Tango, para chelo y piano, dedicado a Rostropovich.     .

Fallece en Buenos Aires el 4 de julio de 1992, a los 71 años, tras dos años de tratamientos médicos tras un derrame cerebral sufrido en Paris.

Su obra se compone de más de trescientos tangos y milongas y hasta cincuenta bandas sonoras de películas, y deja más de ochenta discos, sumando álbumes de estudio, en directo y recopilatorios. Algunas de sus obras son mundialmente conocidas: posiblemente la más célebre sea “Adiós Nonino”, dedicada a su padre, tras su muerte en 1959, en la que, tras una sección rítmica de tango, una expresiva melodía supone una sentida elegía de despedida. Piazzolla siempre agradeció a su padre su apoyo inicial para aprender música y bandoneón. Y decía que le debía la vida porque, cuando Gardel le invitó a unirse a su gira por América en 1935, su padre no lo autorizó por entender que era todavía muy joven a sus catorce años. Y eso le salvó del accidente aéreo en que murió Gardel y sus acompañantes.

Muchas otras de sus composiciones son famosas: “Lo que vendrá”, “Cuatro estaciones porteñas”, “Cuatro canciones porteñas”, “Oblivion”, “Libertango”, “Chiquilin de Bachín”, “Milonga del Angel”, “Tristezas de un doble A” (por Alfred Arnold, la marca de su bandoneón)… Incluso se han incorporado al repertorio de solistas y grupos de música clásica (Barenboim, Argerich, Kremer), dada su riqueza musical.

 

Todas esas obras  han pasado a conformar un género musical aparte (relacionado con el tango, el jazz, el swing, la milonga) y una manera de tocar especial. Partiendo del tango tradicional, Piazzolla fue introduciendo cambios en su ritmo, su melodía y su orquestación, llegando a crear algo distinto. Como intérprete, Piazzolla es un virtuoso del bandoneón, con un fraseo inimitable, y complejas variaciones en el tiempo y en el volumen de sonido que comunican emociones con el peculiar acento del instrumento. Con una gran destreza contrapuntística, en sus interpretaciones de cada tema, más allá de la estructura instrumental y del encuadre rítmico, hay siempre un margen abierto para la improvisación. Y la belleza de sus melodías le hace llegar fácilmente al oyente. El centenario de su nacimiento es una buena ocasión para disfrutar de su legado.