05/05/2021

Sánchez Jericó. Tenor aragonés por el mundo.

Por una moza del barrio
Patricio está si se muere.
No diré cuál es su nombre,
que ella lo diga, si quiere.

Tomás Bretón. La Dolores. Gran Jota

 

Corría el año 2004 y fue la última vez que escuché cantar esta famosa jota de la no menos famosa ópera de Tomás Bretón al tenor Santiago Sánchez Jericó en el Teatro Real de Madrid, donde tantas veces había actuado, incluyendo la temporada de su reinauguración como teatro de ópera tras el largo paréntesis como sala de conciertos.

El Real se había inaugurado 1850 por la reina Isabel II, treinta y tres años después del inicio de las obras, funcionando como teatro de ópera hasta 1925. Tras su cierre por problemas estructurales en el edificio y su posterior adaptación como sala de conciertos (1966-1988) se iniciaron las nuevas obras, que durarían nueve años y se reinauguró en 1997. El Teatro se había convertido en una sala con las últimas tecnologías y desde entonces ocupa un lugar muy destacado entre los principales teatros de ópera del mundo.
En esa temporada tan señalada, el tenor aragonés representó, junto a Plácido Domingo, la ópera Divinas palabras, del maestro aragonés Antón García Abril (recientemente fallecido) y también participaría en otras funciones de Turandot.

Santiago Sánchez Jericó nació en Zaragoza en 1947 en la castiza calle Goya del casco histórico (hoy Giuseppe Martínez). Cursó estudios de Comercio y trabajó como contable en la empresa de Marino Goñi. Eran tiempos duros y su vocación despertó tardíamente, así que con entusiasmo y sacrifico inició estudios musicales que amplió posteriormente en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Decidido y voluntarioso, trabajó duro para pagar sus estudios. La gran soprano aragonesa Pilar Lorengar fue en cierto sentido su hada protectora ya que le aconsejó y apadrinó en su trayectoria y Santiago logró la importante beca de la Fundación Humboldt , con la que ampliaría estudios en Munich, pasando posteriormente a Milán, donde residió tres años que fueron claves en su formación vocal y en su acercamiento al repertorio italiano, al que dedicaría fundamentalmente su carrera.

 

 

Obtuvo primeros premios en varios concursos internacionales de canto y fue discípulo y amigo del gran Alfredo Kraus de quien asimiló muchas facetas de su técnica. En su larga carrera de treinta y cinco años, Jericó, como era conocido en el mundillo operístico, cantó principalmente en USA, México, Colombia, Venezuela, Argentina, Italia y por supuesto en diversos teatros europeos y españoles, especialmente en el citado Real y La Zarzuela madrileños.

Larga es la relación de sus actuaciones, pero es de señalar que tenía en repertorio alrededor de sesenta óperas y que destacó en los papeles más difíciles, que afrontó con calidad vocal impecable, haciendo especialmente gala de sus limpios agudos y la gallardía escénica que imprimía a sus personajes. Las numerosas críticas así lo atestiguan. Las obras que más representó fueron Il pirata e I puritani (Bellini), Rigoletto y La traviata (Verdi), Lucia di Lammermour y Elisir d’amore (Donizetti).

 

 

Con la gran Pilar Lorengar cantó las Goyescas de Granados, momento que recuerda con emoción pues no en vano la soprano aragonesa, una de las personalidades más brillantes de su tiempo en el mundo operístico, fue su admirada amiga y mentora.

Pero Santiago, hoy, sigue siendo un apasionado de la ópera muy activo e imparte clases de canto en su ciudad natal. También ha organizado sendos conciertos-homenajes tanto a Miguel Fleta como a Pilar Lorengar, sus ídolos tan queridos, en los que han participado, junto al pianista y director del Auditorio de Zaragoza Miguel Ángel Tapia, cantantes aragoneses como Isaac Galán, Pablo Puértolas, Beatriz Gimeno, Eugenia Boix, Marta Heras, María de Félix…
Es muy destacable a este respecto el gran y emotivo concierto que organizó con la soprano internacional Sabina Puértolas en Farlete, pueblo zaragozano de los Monegros, de donde es originaria la familia de la cantante. Fue un día histórico en enero de 2020, que se recordará por mucho tiempo entre los privilegiados que pudimos asistir. Acompañada al piano por Juan Antonio Álvarez Parejo (tantos años pianista de Teresa Berganza), Sabina transmitió su arte y emoción a un auditorio que colmaba la iglesia del Santuario de la Virgen de la Sabina. No nos podíamos imaginar entonces la proximidad de la tragedia sanitaria que nos rondaba y que tanto daño ha hecho, además, al mundo de la cultura.

 

Plácido, Jericó y Yusta

 

Santiago Sánchez Jericó, que también es Académico Numerario de la Real Academia de Nobles y de Bellas Artes de San Luis, posee un equipaje grande de recuerdos de tantos años de actividad y un anecdotario inmenso de un mundo, el de la ópera, tan apasionante como difícil y competitivo, tan hermoso como exigente en horas de estudio, trabajo y ensayos.

Es fecunda la trayectoria de Jericó tanto de su época profesional como de estos últimos años en los que con cariño y dedicación se ha volcado en transmitir su experiencia y honrar a quienes tanta gloria dieron a Aragón en el arte lírico. Los lectores más interesados pueden escuchar en la Red (Youtube) algunas de sus actuaciones, así como leer, entre otras, una entrevista que el escritor y periodista Antón Castro le realizó allá por 2006, recién retirado de los escenarios y otra de Mariano García en Heraldo de Aragón, más reciente, que recorren con detalle aspectos de la carrera de este tenor aragonés que, con la ópera, llevó el nombre de su tierra por muy diversas geografías.

 

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En su estudio