Pulseras con estampita
El timo de la pulsera es más viejo que la tos. Había un compañero de trabajo que era un artista fabricando pulseras de cobre. Luego, las ponía al extremo de una pértiga de alta tensión y las aproximaba a líneas de 220 kV. “Se recargaban de energía positiva” y a funcionar. Los creyentes afirmaban que “la reuma” desaparecía cuando las llevaban. Uno, a quien le gusta observar, veía que el dolor iba y venía sin tener en cuenta si se llevaba la pulsera o no. La relación causa-efecto no aparecía por ninguna parte.
En el timo de la estampita caían aquellos que se querían aprovechar de otro, aparentemente idiota, que vendía estampitas (billetes de mil) al precio de una peseta cada una. El timado compraba todas y cuando se daba cuenta de que eran sólo papeles, el estafador había desaparecido. En la película de “Los Tramposos” Tony Leblanc bordaba el papel de tonto.
Ahora hace furor un timo combinado: pulsera con estampita. Tómese una pulsera, mejor de plástico, póngase un holograma de esos que aparecen en las tarjetas de crédito, añádanse palabras que no se entiendan bien pero suenen a alta tecnología, consiga que famosos la luzcan, póngase un precio caro, de 35 € para arriba, y ¡a la caza de incautos!
Al plástico lo llamaremos silicona quirúrgica. Usaremos palabras como iones felices (¿mande?), piro, piezoeléctrico, turmalina, serotonina, hiperactividad, agotamiento, ansiedad, depresión. Le echaremos la culpa de nuestro malestar a nuestra desquiciante vida moderna. Ya saben: contaminación ambiental, aire acondicionado, ordenadores, aparatos eléctricos, etc. ¿De dónde nos vendrá la recuperación? ¡Lo sé, lo sé! ¡De la estampita que está en la pulsera! ¡Que feliz soy! He restaurado mi equilibrio electromagnético (¿eh?) de mi cuerpo y como consecuencia de ello, he experimentado diversos grados en el aumento del equilibrio, la fuerza, flexibilidad, resistencia, coordinación o ritmo.
Falta un pequeño detalle para redondear la estafa: la palabra natural. Hay que repetirla varias veces venga o no a cuento. Es como el certificado de garantía. Las palabras en cursiva están en la propaganda del producto. No son caldo de mi cabeza.
Afirmar que un holograma produce esos efectos es tan absurdo como comparar la velocidad con el tocino. Un holograma no es más que una placa impresa con las interferencias de dos haces que proceden de un mismo rayo laser. Un haz llega directamente y otro viene reflejado por el objeto a grabar. En realidad la placa es un patrón de franjas de interferencia, una red de líneas curvas e irregulares que al ser iluminado de una forma determinada produce en nuestro cerebro el efecto de una fotografía tridimensional. ¿Qué tiene que ver esto con el equilibrio, la flexibilidad, la contaminación ambiental o los iones felices o desgraciados? Nada de nada. Pero, si regalo a mi esposa, a mis hijos, sus parejas y mis nietos un chisme de estos para mejorar su bienestar, yo me quedo sin 500 €, alguien se los embolsa pensando qué primo soy, y cada miembro de mi familia hubiese salido más beneficiada recibiendo un simple chupa-chup. Si hiciera eso habría caído en el timo de la pulsera con estampita como el patán de “Los Tramposos”.
Uno ve en la tele que deportistas, artistas o princesas llevan su pulsera y esperaría que, al enterarse de la estafa, se avergonzaran y se libraran de ella. No ocurre así sino que la lucen con descaro. La conclusión es sencilla: los famosos que llevan la pulsera de marras o no cobran y por tanto demuestran que no son demasiado inteligentes o, si reciben dinero, son los cómplices “listos” del nuevo timo de la estampita.