«El éxtasis de Santa Cecilia», de Rafael, en Bolonia

Pintura del oratorio de Santa Cecilia. Martirio de la santa

El éxtasis de Santa Cecilia, de Rafael

El “éxtasis de Santa Cecilia” patrona de la música, fue realizado por Rafael en 1515 para la capilla familiar de Elena Duglioli, en la iglesia de San Giovanni in Monte de Bolonia. Tras formar parte del botín napoleónico estuvo en el Museo del Louvre hasta 1815, cuando regresó a Bolonia a la Pinacoteca Nacional de esta ciudad, situada en el bullicioso y carismático barrio universitario.

Antes de visitar la Pinacoteca me paseo por la calle Zamboni, donde se encuentran las facultades de Filosofía, Teología, Veterinaria, Medicina y Derecho. Bolonia fue la primera universidad del mundo occidental en el año 1088. Allí estudiaron Dante, Petrarca, Becket, Erasmo de Rottterdam, Copérnico, Nebrija, Cervantes, San Ignacio de Loyola…

Callejeando por la calle Zamboni, entro a visitar la bella iglesia de San Giacomo Maggiore y unos metros mas allá el Oratorio di Santa Cecilia. Es una capilla sencilla con una gran fuerza mística, está decorada con diez frescos que cubren todas las paredes y relatan la vida de la santa: comienza con el matrimonio con un joven patricio, Valeriano, al que convierte a la religión Católica, su persecución, la visión de su Ángel Custodio, el reparto de sus bienes entre los pobres y termina con su martirio.

La Pinacoteca Nacional comparte con la Academia de Bellas Artes la antigua sede de un seminario jesuita, en la actual Via delle Belle Arti y muestra sus colecciones en 30 salas con obras de Giotto, Vitale de Bologna, Rafael, Guido Reni, Parmigianino y los Carracci: Ludovico, Agostino y Annibale renovadores del barroco temprano frente a la pintura de Caravaggio, considerado por ellos como “el anticristo de la pintura”.

En las salas destinadas al Renacimiento descubro “el extasis de Santa Cecilia” de Rafael, una de las obras más importantes y famosas de la Pinacoteca.

Esta obra pertenece al género religioso denominado «sacra conversazione». Así se conocen los cuadros que representan una escena compuesta de varios santos a los que se distingue por los atributos iconográficos propios de su leyenda. La figura principal de la composición es Santa Cecilia, virgen y mártir romana, considerada a finales del siglo XV como patrona de los músicos, a cuyos pies yacen los instrumentos musicales abandonados excepto el órgano que sostiene vagamente en sus manos, mirando al cielo donde entre las nubes aparece un «coro» de ángeles. A su alrededor están San Pablo, en actitud pensativa, San Juan Evangelista cuya mirada se encuentra con la de San Agustín, y Santa María Magdalena que mira hacia fuera del cuadro para relacionar al espectador con esta visión de éxtasis ultraterrenal.

Rafael representa el rostro de la santa con los ojos elevados hacia esa apertura de gloria,de tal modo que a través de la mirada de Cecilia el espectador puede identificar la procedencia de la música y una parte de su visión celestial. Realmente la divinidad no está presente, sino solo sugerida a través del “coro” de ángeles. La representación de esta experiencia visionaria constituye un hito en este tipo de iconografía, porque de ella se tomará la utilización de los ojos elevados hacia el cielo para conformar un momento de éxtasis.

Muchos compositores se inspiraron en la santa, Händel, Britten, Scarlatti, Gounod, Purcell. Recibió oficialmente el nombramiento de Patrona de la Música en 1594 otorgado por el papa Gregorio XIII.

Su tumba se encuentra en el Trastevere romano, en la Iglesia de Santa Cecilia. En el interior existe un altar esculpido por Stefano Maderno (hacia 1600), que contiene la estatua barroca en mármol de Carrara de Santa Cecilia, con pretiles en los laterales e imágenes de santos. La santa se encuentra en posición yacente, dormida y sin ningún gesto trágico o dramático. Tiene un acabado suave con apariencia de vida.

Miro por última vez el conjunto de las cinco figuras estáticas, que muestran un extremado y sosegado recato en sus expresiones. Está lloviendo.

Las calles tienen brillo de lluvia.