11/10/2012

Bayreuth: lugar de peregrinaje wagneriano (I) La ciudad y el Teatro de Wagner

La elección por Richard Wagner de la ciudad de Bayreuth como lugar donde erigir su gran Teatro de Ópera (Festspielhaus), dedicado exclusivamente a sus obras, y establecer allí su residencia han determinado que esa ciudad ocupe un puesto relevante entre los aficionados a la música y, en especial, los admiradores del genio de Richard Wagner.

El Teatro de Wagner (Festspielhaus) / Foto:RSA

 

La ciudad

Bayreuth es una ciudad bávara de 75.000 habitantes, a orillas del  río Meno, apacible y tranquila, cerca de Bamberg y de Coburgo y de la República Checa.. Históricamente cobró relieve cuando en 1735 Guillermina, la hermana  del Rey Federico el Grande de Prusia, se rodeó allí de artistas. De su época datan algunos espléndidos edificios barrocos y rococó, como el Palacio Nuevo y, sobre todo, la Ópera de los Margraves, teatro de gran cabida suntuosamente decorado.

Tiene un urbanismo de calidad, con un centro histórico peatonal, hermosas plazas y amplios y tranquilos parques y jardines. Hay varias Galerías de arte y diversos museos, entre ellos el dedicado a la vida y obra de Franz Liszt, con retratos, fotografías, manuscritos y su piano. A las afueras se encuentra el Museo de la cervecería Maisel, donde se puede apreciar la elaboración de la cerveza en una planta del siglo XIX, degustarla y contemplar varios miles de objetos relacionados con esa bebida.

El acontecimiento más importante de la historia reciente de Bayreuth es la fundación de su Universidad, que inició su actividad en 1975, en un moderno y espacioso campus universitario.

 

Subiendo la colina hacia el teatro de Wagner / Foto:RSA

 

El Teatro de Wagner (Festspielhaus)

El 22 de mayo de 1872, día de su 59 cumpleaños, Wagner puso la primera piedra de su Teatro, exclusivamente para sus óperas, aislado en lo alto de una colina. Así lograba uno de sus sueños. Un año antes, Richard y su mujer Cósima Liszt habían elegido esa ciudad, pues querían un lugar pequeño y placentero, donde no hubiera competencia y con alrededores atractivos. Y estaba en Baviera, donde Wagner contaba con la protección del rey Luis II,  subyugado por la música y las leyendas wagnerianas.

Tras múltiples peripecias, se inauguró en agosto de 1976 con la primera representación completa de las cuatro óperas que integran el ciclo “El Anillo del Nibelungo”. Allí estuvieron el emperador Guillermo I, junto con príncipes y nobles, grandes músicos como Liszt, Tchaikovsky, Grieg, Bruckner o Saint-Saens, y más de cien  corresponsales de periódicos.

La apariencia exterior del gran Teatro, en lo alto de la colina, en la que domina el rojo de sus paredes, de piedra y ladrillo, ha provocado muy distintas opiniones (estructura industrial, utilitario, sobrio, feo, pobre, majestuoso, ingenuo), y carece de decoración ostentosa. Lo rodean amplios jardines en los que se hallan los bustos de Wagner y Cósima. Pero allí se va a escuchar ópera: sus condiciones acústicas son excepcionales; las dimensiones y profundidad del escenario permiten el más fantástico decorado y aparato escénico que pueda desearse; la orquesta, con hasta 160 profesores del más alto nivel, está oculta y su sonido fluye de las profundidades del foso. Sus 1.925 localidades, de madera, se sitúan en un anfiteatro escalonado, de largas filas, sin pisos ni palcos. No hay aire acondicionado. Se dice que son las más caras y más incómodas butacas del mundo.

Interior del teatro

 

Desde  su inauguración, cada verano tiene lugar el Festival, con el obligado paréntesis de la segunda guerra mundial. El Teatro se salvó de los bombardeos aliados, pero como en la década de 1930 la familia Wagner se relacionó con Hitler, que asistía a las representaciones, durante un período tras la guerra fue ocupado por los soldados norteamericanos. En 1951 se reanudaron las representaciones. Empezaba el “Nuevo Bayreuth”, bajo la dirección  de Wieland y Wolfang Wagner, nietos del maestro.

Hoy el éxito de asistencia esta garantizado. Allí acude cada verano gente rica e importante (la canciller Merkel es habitual). En 2013, conmemoración del bicentenario del nacimiento de Wagner, las representaciones se sucederán desde el 25 de julio al 28 de agosto, con El Holandés errante, Lohengrin, Tannhauser y la tetralogía de “El Anillo del Nibelungo”. Lograr una entrada (1.200 euros) requiere años de espera, salvo que se acuda a alguna agencia especializada, que ofrecen varias opciones: viaje de ocho días con cuatro óperas (8.500 euros); cinco días con tres óperas (5.700); cuatro días con dos óperas (4.200).

Busto de Wagner en los jardines del teatro / Foto:RSA