Fracking en el Maestrazgo (III): El peligro para los acuíferos
Un aspecto de especial relevancia, en el que se juega buena parte de la confianza o desconfianza que el proyecto de exploración de hidrocarburos de Montero Energy pueda suscitar en la población del Maestrazgo y Gúdar, es el impacto de la fracturación hidráulica en los acuíferos de la zona. Es usual que en los modelos geológicos simplificados con los que se divulga la técnica del fracking se considere sólo la existencia de un acuífero somero (accesible a pozos de abastecimiento de unas decenas o pocos cientos de metros de profundidad). Este acuífero se halla siempre a distancias de orden kilométrico de las formaciones geológicas en que se explota gas. Los defensores del fracking insisten de forma sistemática en este concepto, aduciendo que blindar e impermeabilizar adecuadamente el tramo superior del pozo vertical garantiza la protección del acuífero. Las recopilaciones de pozos perforados en las formaciones Barnett Shale (Texas) y Marcellus Shale (Pensilvania-Nueva York) indican que esa ‘distancia de seguridad’ se sitúa entre 2500 m y un mínimo de 1000 m.
Hay dudas muy serias de que esto pueda cumplirse igualmente en la región geológica del Maestrazgo. El acuífero regional del Maestrazgo ocupa un enorme volumen, que se extiende arealmente por ese dominio geológico y conecta hidráulicamente hacia el este con las llanuras costeras de Vinaroz-Peñíscola y Torreblanca-Oropesa y con el propio mar Mediterráneo. Queda limitado en su base por los niveles impermeables del Triásico superior, y alcanza en la vertical hasta un nivel potencial (superficie piezométrica) a cotas comprendidas entre 500-600 m (área al oeste de Villafranca del Cid) y 0 m (área contigua al mar). El acuífero tiene su almacén principal en las formaciones calcáreas del Jurásico (particularmente del Jurásico inferior), y se extiende hacia arriba ocupando otras formaciones del Jurásico medio-superior, Cretácico y Terciario. Las escasas formaciones semipermeables que lo compartimentan no impiden que, en su conjunto, forme un volumen rocoso totalmente conectado desde el punto de vista hidráulico.

Manatial surgente del acuífero del Maestrazgo
Si, como hemos apuntado, las formaciones en las está interesada la compañía Montero Energy se situasen en el Jurásico, éstas se intercalarían estrechamente con las que componen el gran acuífero regional del Maestrazgo, pudiendo llegar a estar contiguas. En tal hipótesis, algunas afirmaciones del jefe de exploración de Montero Energy publicadas en la prensa (Heraldo de Aragón, 16-12-2012) son difícilmente comprensibles: habla de distancias verticales de entre 500 y 1000 metros entre formaciones explotables y acuíferos, y de una formación ‘sello’ con 400 m de espesor que garantizaría el aislamiento entre ambos. Por otros canales la compañía ha sugerido que, en realidad, las capas que trataría de explotar están más profundas, en el Triásico medio o más abajo. En ese caso sí existiría una barrera impermeable con el acuífero jurásico, constituida por las arcillas y margas yesíferas del Triásico superior, con un espesor que rondaría en la zona los 230-280 m según muestran los antiguos sondeos de exploración de petróleo. Discernir estas cuestiones técnicas es extraordinariamente importante, puesto que de ellas dependerá la probabilidad real de que el acuífero sea vulnerable a la contaminación producida por la inyección de fluidos durante las operaciones de fracking.