Novedades de Arte
Ignacio Fortún, uno de los históricos del Grupo Azuda, expone del 11 de febrero al 13 de marzo en la Galería A del Arte, de Zaragoza. Tomamos estos fragmentos del texto de Alejandro J. Ratia con que se anuncia: “Ignacio Fortún nos hace entrar en un universo particular y cerrado. Pero los sueños nos han enseñado de antemano a asumir su rareza, de modo que nos hallamos pronto como en casa. No nos extrañan las piscinas sobre las azoteas, ni los cauces de agua por páramos o bosques. En la mirada inaugural de su nadadora ensimismada, descansando sobre la corchera, están todas esas visiones… Una de las imágenes fuertes de Ignacio Fortún es la procesión de los nadadores que, montados sobre vacas o bueyes, desfilan por un paseo marítimo, frente a los bares y los apartamentos playeros. En la realidad aparente se cuela la otra realidad… Obras como Despedida o Travesía recuerdan en su composición a las elegías arquetípicas del paisaje clásico, las escenas de embarque y despedida que pintó Claudio de Lorena. Pero se aproximan también a la ligereza de la pintura oriental”.
Hasta el 22 de marzo estará en los Morlanes, Zaragoza, una espléndida exposición, muestra de 25 años de creación, del grabador Mariano Castillo, que evoca ciudades, personas, sueños, con una calidad que emociona. Sugerimos, además, entrar en su sitio en la red, donde se encuentran muchas de esas cosas. En el díptico anunciador escribe Ramón Acín: “Es normal que Mariano Castillo, sibarita de matices y artesano del punzón capaz de alojar concienzudamente cualquier pintura, sea, además de pluritemático y polivalente maestro grabador que es, un artista esencial e inequívoco en quien, como decía Picasso, el arte se convierte (y transmite) realidad”.
Ya casi cerca de los ochenta, el pintor de Santa Eulalia del Campo Agustín Alegre Monferrer es estudiado a fondo como el gran dibujante que siempre ha sido por Marta Marco Mallén, en un gran álbum lleno de sorpresas y maravillas: La obra gráfica de Agustín Alegre. El dibujo como principio (Teruel, 2014, Instituto de Estudios Turolenses). Se nos cuenta su vida siempre dedicada al arte, desde las becas para estudiar y pintar en Valencia, Granada, Albarracín, Italia, Madrid, África (“la estancia en El Aaiún constituyó una de sus etapas más fecundas”) y su regreso a Teruel, donde reside hace tiempo. Marta Marco señala, justificando su excelente estudio y catálogo, que si bien “su pintura ha sido suficientemente valorada, sin embargo su excelente trabajo como dibujante ha quedado relegado a un segundo plano”. Analiza, en consecuencia, el lenguaje gráfico del pintor, la vida dibujada (la intimidad y lo cotidiano, la figura humana, el viaje y el paisaje), colocando al artista donde le corresponde.
En la UNED de Calatayud, según suelen, ofrecen exposiciones estimulantes. Así, hasta fines de febrero, la de Pilar Martínez Carnicer, que en apenas una década ha visto presentados y reconocidos sus cuadros en numerosos foros aragoneses de arte. La directora de la sala bilbilitana, María Jesús Buil, apunta en el catálogo cómo, además de su labor como docente, estudia y trabaja incansable, de modo que sus cuadros nos aproximan al realismo mágico: “Sorprendentes, fantásticas, extraordinarias… en una palabra mágicas son las imágenes que plasma la artista en cada uno de los lienzos, y atrapan nuestra mirada para exponer un relato fresco, directo, comunicativo”.
En Monemuzo, expone una colección de fotografías –“Inmortales”- de fondos municipales el escritor y periodista Mariano Gistáin, que ha seleccionado con mucha intención y empatía las que evocan desde la posguerra hasta el final de la dictadura, la vida de Zaragoza, una ciudad llena siempre de secretos, que convierte en literatura o ideología. Historia económica, social, cultural, religiosa, deportiva. Un gozo pasear recordando, los mayores, o indagando, los más jóvenes, sobre un pasado que aún parece planear sobre nosotros.
Por fin, Las pinturas murales medievlaes del castillo calatravo de Alcañiz (Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 2014) han encontrado los adecuados estudiosos definitivos. Con paciencia y amor por su trabajo y la tierra, Jordi Rovira i Port, y Angels Casanovas i Romeu, ofrecen en esta publicación “uno de los complejos de pintura medieval más importantes de España” que datan entre 1280 y 1375, “un rico compendio de pintura religiosa y civil, que incluye crónicas épico-narrativas guerreras, leyendas, narrativas de carácter cortesano y también un gran número de temáticas religiosas”.
Los acertadísimos “cuadernos comarcanos” de Andorra-Sierra de Arcos llegan a su número 9, dedicado a Las iglesias parroquiales de la comarca, trabajo espléndido por muchas razones, a cargo de Cristina Alquézar Villarroya y Rosa López Bielsa. Alcanzan, así, esos edificios singulares y emblemáticos la condición, no sólo, de mojones religiosos importantes, o la paisajística central, sino su lugar en la Historia del Arte. A ello contribuyen una justa introducción, y el glosario y bibliografía, amén de los croquis de las plantas, de Javier Borobio Sanchiz.