Una epidemia peligrosa, médicos deprimidos
Tras leer la carta de Xavier Iglesias Guiu, “Médicos deprimidos” (31/XII/2015), en la que se hacía referencia a que el alto índice de médicos deprimidos que existen en este momento ,se debe básicamente a la falta de vocación deseo hacer algunas puntualizaciones al respecto.
Creo que su opinión está lejos de la realidad. Es mejor ser parte de la solución que realizar críticas sin argumentos consistentes.
La vocación médica creo que no ha recaído únicamente en su persona. Las circunstancias que conviven con la vocación pueden llegar a secuestrarla. Circunstancias tales como nivel de salarios y responsabilidad, sobrecarga de trabajo y estrés, agresiones, inseguridad laboral al terminar el MIR.emigración obligada a otros países, privatizaciones y recortes.
Para hablar de la vida y de las circunstancias de un profesional de cualquier disciplina hay que caminar durante varios días, con sus propios zapatos. Generalizar opiniones para todo un colectivo es un pecado filosófico.
Cuando hay un alto porcentaje de médicos deprimidos hay que mirar también al sistema sanitario. La Fundación Galatea intenta ser parte de la solución y trabaja con profesionales “quemados” y adictos a los que ofrece ayuda. Se calzan y caminan con los zapatos del profesional afectado, y caminan junto a los miles de médicos y enfermeras que necesitan ayuda psicológica en este momento.
Es urgente hacer estudios epidemiológicos rigurosos del estado de la cuestión, detectar la realidad de la situación con todas los elementos que la configuran, legislar coherentemente y aplicar los resultados para que una profesión tan necesaria tenga unos profesionales a la altura que merecen y la sociedad necesita. Es una epidemia peligrosa.