11/06/2010
–
La puerta de Zaragoza en Bolonia
He vuelto a Bolonia “la sapiente” “la docta” “la alma mater estudiorum” y capital de la Emilia Romagna. Impacta la solidez y belleza de su tejido urbano bien conservado con ladrillos rojos y calles porticadas durante cuarenta kilómetros. En Bolonia duerme, respirando, una noble historia. Su universidad es la perla mas preciada.Caminando llegué hasta la puerta de Zaragoza.
En San Petronio, una de las diez iglesias mayores del mundo, fue coronado Carlos V. En Santo Domingo descansa el Santo castellano en una tumba adornada con esculturas de Pisano y Miguel Angel. San Esteban y San Juan el Mayor, con los frescos de La Cappella Bentivoglio y el Oratorio de Santa Cecilia, son un prodigio de belleza y armonía.
Anibal Carracci brilla en todo su esplendor en una muestra que abarca cuatro museos .El cartel de “Venus y sátiro con dos amorcillos” inunda las calles. Su “Piedad con dos ángeles” llegada de Viena para esta muestra es conmovedora. Creti, Reni, Gandolfi, Guercino, Crespi y también Giotto, Rafael y Caravaggio acompañan brillantemente al maestro bolonés.
La Universidad data del 1100 y es la más antigua del mundo en estudios de Derecho. En 1150 Federico Barbarroja la impulsó y evolucionó a estudios de Medicina, Filosofía, Aritmética, Lógica, Retórica y Gramática. Por allí pasaron Dante, Petrarca, Copérnico, Erasmo de Rotterdam y Torcuato Tasso. Los museos universitarios del palacio Poggi fascinan por su rigor científico en temas de Ginecología, Anatomía, Física, Astronomía y Botánica. El poeta Carducci tiene dedicada un aula presidida por su imagen. Es la primera universidad libre y autónoma de las escuelas eclesiásticas. El escudo de la ciudad es “Alma mater estudiorum”. La ciudad acepta el papel de madre de estudios nobles, en el respeto más absoluto por la libertad, con un profundo sentimiento liberal y europeo.
Se llega a la calle Zaragoza caminando desde la plaza mayor por Via D’Azeglio, Carboneri y Via del Colegio de España. Allí nace la calle Zaragoza. La calle Colegio de España toma su nombre del complejo donde vivía y aún viven los estudiantes españoles. El edificio fue erigido por Egidio Carilla de Albornoz, cardenal y arzobispo de Toledo que en 1360 fue nombrado legado en Bolonia y quedó asombrado de su Universidad y decidió que allí estuvieran presentes 24 estudiantes españoles. En 1369 el colegio ya se había terminado y albergaba una iglesia gótica dedicada a San Clemente que contiene un políptico de Marco Zoppo. El bello portal de la entrada es obra de Formagine. La cadena de la entrada indica que el colegio tenía derecho de asilo. Dispone de un bello jardín interior donde no falta el pozo.
La contigüidad de la calle Colegio de España con la de Zaragoza lleva a pensar que existe un nexo con la ciudad española. El nombre de la calle es mucho más viejo que el antiguo Colegio. Es posible suponer que se debe a la elevada presencia de estudiantes españoles y sobre todo de Zaragoza en aquella zona. Por un momento recuerdo la Corona de Aragón, con reyes humanistas y con las universidades de Montpellier, Toulouse, Lérida, Zaragoza y Huesca que bajo el impulso de Juan II en 1464 llegó a tener privilegios que le ponían a la altura de Bolonia. La historia suele hablar más de batallas que de saberes.
La Puerta de Zaragoza corresponde a la segunda mitad del siglo XIII y fue modificada por Enrico Brunetti Rodati (1857-1859). Era una de las 12 torres que guardaban la ciudad .Constituía un complejo vigilado con casa del capitán, arimez, torreón, foso, puentes levadizos para peatones y carros que regulaban el tráfico de personas y la recaudación de impuestos. En la actualidad contiene el pequeño museo histórico-didáctico de la Beata Virgen de San Luca.
En la proximidad unos bancos acompañados por abetos y un flamante gladiolo. Allí leo unos escritos de Petrarca sobre la ciudad “luego fuimos a Bolonia, de la cual creo que no existe en el mundo un lugar más libre y hermoso. Ciertamente, tu recuerdas el gran flujo de estudiantes, la seriedad profesional de los maestros. Yo estaba en la primera juventud, edad de ardores y de pasiones…”