19/04/2011

Entre la palabra y la mirada. Relación médico paciente

The Doctor, sir Luke Fildes (1891)

 

La gota de leche en Belleville, Jules Geoffroy

La relación médico paciente ha cambiado y allí donde se hablaba de vocación y profesión se ha transformado en un diálogo con exigencias, Hoy se aplican principios bioéticos. Los resultados merecen ser deliberados pasadas unas décadas y valorar su eficacia.

El primer principio es el de no maleficencia, “primun non nocere” (primero no hacer daño). Segundo es el de justicia, para que los recursos sanitarios se distribuyan de forma equitativa y de modo universal. El tercero es el de beneficencia, dejando al paciente la decisión sobre el tipo de intervención médica que desea que le realicen y el cuarto es la autonomía, por el que el paciente debe recibir toda la información necesaria y en términos comprensibles a través del Consentimiento Informado, firmado por el paciente. Se plantea una relación contractual.

Este planteamiento que arranca desde los años 70 ha evolucionado en algunos casos a un malestar notable entre los médicos con estadísticas de “médicos quemados” del 60 % y situaciones poco gratas como la judicialización de la Medicina y el paso a la Medicina defensiva con gran número de pruebas para cubrir responsabilidades y así evitar “no hacer daño” con un diagnóstico incompleto, detalle que encarece enormemente la sanidad. La falta de respeto en numerosas ocasiones “al que debe curar, aliviar o consolar” ha sido notable y las agresiones físicas y verbales han sido tan habituales que recientemente hubo necesidad de considerar a los médicos una autoridad, para que las agresiones que padecen tengan una sanción adecuada. El sentido común anda moribundo en estos asuntos… Desmotivación profesional contrastada en numerosos estudios epidemiológicos Prioridad de hechos objetivos sobre aspectos éticos que esconden el tesoro de la profesión Abandono de ideales médicos con alta desmotivación. Convertir la profesión médica en un puro servicio.

La palabra vocación tiene origen religioso. Es la llamada a una misión o actividad de tipo superior que se puede referir a actos o actitudes. El buen médico sería el que tiene conocimientos técnicos (techne) que los pone en práctica según un ejercicio de prudencia (phronesis) que son las virtudes necesarias para decidir sobre la relación con el paciente que no debe ser de servicio sino basada en el amor, la benevolencia, la comprensión y la amistad.

La palabra profesión es también de origen religioso y significa consagración o profesión pública de la actividad a la que uno es llamado por vocación. Es un compromiso ante la sociedad y precisa buen hacer (officium) y búsqueda de la perfección o excelencia, y conlleva una responsabilidad de tipo ético. En el momento actual religión y bioética son dos conceptos perfectamente diferenciados.

Las leyes deben ser el manto jurídico que cubra las necesidades de médicos y pacientes. No hay que aspirar solo a lo justo sino a lo óptimo. Si los resultados son malos rectificar es de sabios.

El filósofo Paniker defiende la retroproyección es decir volver atrás para corregir errores. Hay realidades de 25 siglos que algunos pretenden olvidar en 25 años, como si hubiera llegado el diluvio universal.

Kant nos dijo: “Todo hombre es persona y en tanto tal tiene dignidad y no precio”…“Obra de tal forma que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio”.           

La verdad es amiga del tiempo. El tiempo nos dice que las cosas no van bien. Se alzan voces como la de Jesús Conill, Catedrático de Ética en Valencia, para pedir que la ética penetre más en las empresas y también en las sanitarias. Rectificar es de sabios. No puede ser que haya ambulatorios con carteles que dicen “Prohibido pegar al médico”. Es un paisaje de penuria.