18/06/2011

Desde Teruel, 19-J: “A cántaros”

¿Cómo pretenden que yo, que lo cuidé de potrillo, clave en su pecho un cuchillo porque el patrón lo ordenó?

Es el estribillo de una canción que Horacio Guaraní cantaba en los años 70 y en los hemiciclos “sagrados” (no será por su presencia) de este reino de taifas, tal vez haya cortesanos de más de 50 años a quienes quizá entonces todavía les daba un latido de justa rebeldía el corazón, que conozcan los versos e incluso los hayan cantado alguna vez delante de los otrora “grises”, hoy de mil colores y nombres que por unificar denominaremos “agentes”, por no llamarles viéndolos actuar “fuerzas de represión” que a muchos nos viene a la boca mientras reverberan en nuestra piel porrazos que creímos cicatrizados con los años.

Había entonces mucho ingenio en cualquier esquina. La necesidad de tantas cosas hoy supuestamente conseguidas y disfrazadas turbiamente en boca de algunos nuevos y no tan nuevos “patrones”, sacaba a flor de piel las inteligencias y las unía multitudinariamente en las calles prohibidas. Podría decirse que el ingenio discurría por plazas y mercados tan profusamente que intelectuales, artistas, pintores y profesores de universidad ponían sus saberes y haceres al servicio del pueblo, es decir, cumplían la función sagrada –esa sí que lo es- de todas las artes y ciencias humanas en cualquier circunstancia dentro y fuera del aula.

Sonaban por aquellos años otros versos a este lado del Atlántico recordando a las autoridades y “señorías” algo a lo que sólo se acogen cuando les conviene: o povo é quem mais ordena, dentro de ti o cidade por no hablar de cuántos poetas, músicos, cantautores, pintores, autores de teatro, filósofos, cineastas, ingenieros y científicos en nuestros hoy reinos de taifas clamaban Digem no porque el hambre es el pan de los trabajadores y recordaban a abuelos señalando a sus nietos la estaca carcomida empujándolos a que estiraran todos juntos porque así segur que tomba, tomba, tomba.

¿Dónde están los sucesores de aquellos mucho más que profesores académicos, que nos empujaban a luchar por un pan que fuera repartido entre todos aquellos que hacen lo posible por empujar la historia hacia un mundo que sea un hogar y un paisaje? ¿Dónde esos sonidos tan actuales ahora como entonces? Algunos, como las olvidadizas e irónicas “señorías”, al lado de los poderosos menos rancios “derrochando glamour” sonrosado. Otros, los de verdad, acallados sibilina y despectivamente como si fueran desfasadas voces que no conviene que se oigan para que nadie, ninguno de los jóvenes las conozca y piensen y para que los menos jóvenes las olviden cuanto antes.

Sin embargo, las palabras de los de verdad, resuenan cada día porque nadie encierra una sonrisa, nadie amuralla una voz, nadie en los siglos callará a Lope de Vega señalando que pedir prestada, sobre la fe, paciencia, y a lo que es temporal llamarlo eterno, creer sospechas y negar verdades es lo que llaman en el mundo ausencia de…

¿Dónde está el universo de una universidad respondiendo con valores reales, no sólo con “clientes y mercados” al pueblo? ¿Dónde están tantos intelectuales? ¿Dónde vuestro ingenio, genio, saber y hacer al lado de quien paga vuestros lugares de mediovips en esta sociedad?

Ha empezado una lluvia tal vez confusa aún, una pacífica jacquerie del siglo XXI. Pero sabed todos los que sesteáis confiados en vuestras cuentas corrientes de seguridad, planeando vender la vida y la muerte y la paz en, pongamos, mil cómodos plazos de felicidad: Hay señales que anuncian que una lluvia fuerte, sin bioenzimas, claro, limpiará nuestra casa porque hay que doler la vida hasta creer que tiene que llover, tiene que llover, tiene que llover, a cántaros. La poesía es un arma cargada de futuro y con verdades como puños, surgidas de esa vida que duele, de cuanto fue nos nutrimos, transformándonos crecemos y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto,

¡A la calle, que ya es hora de defender lo que es nuestro!.