31/01/2013

Liquidación final

Con este título publicó  hace un par de meses Petros Márkaris una novela policíaca protagonizada por su habitual comisario Kostas Jaritos. Transcurre en la Grecia actual, hundida en la crisis, entre desempleo, recortes y protestas.

liquidacion-finalEl planteamiento inicial de la novela es muy sugestivo: Un sujeto que se autodenomina “El Recaudador Nacional” remite cartas a importantes defraudadores de impuestos, poniéndoles de manifiesto su incumplimiento con datos concretos y exigiéndoles pagar lo que les corresponde en plazo de cinco días. Se les advierte que, en otro caso, se les aplicará la “liquidación final”. Tras dos asesinatos, que demuestran que la amenaza va en serio, los defraudadores requeridos empiezan a pagar sin rechistar y la Hacienda griega recauda en unas semanas varios millones de euros, lo que suscita la admiración popular hacia el asesino. Ante una situación en que el fraude prospera y los defraudadores poderosos circulan con total impunidad, resulta que un asesino se encarga de hacer con eficacia el trabajo del Estado, dejando en ridículo a todo el aparato político del Gobierno y a la Agencia Tributaria. La novela incluye una advertencia: “Se desaconseja imitar los hechos narrados en esta novela”.

En la realidad de nuestro país, la desvergüenza de parte de nuestra clase dirigente, en el cumplimiento de sus obligaciones de contribuir al sostenimiento del Estado, sigue siendo escandalosa, pese a lo duradero de la crisis y los recortes. La amnistía fiscal, la tributación de las Sicav, el abuso en la percepción de ingresos públicos favorece siempre a los mismos. No existe el más mínimo pudor: el Sr. Rato es contratado por Telefónica, sin tomarse un mínimo de tiempo tras su actuación en Bankia; los administradores de Bancos y Cajas intervenidas se han ido de rositas; el Sr. Baltar es imputado por contratar a más de cien correligionarios y parientes; ministros y congresistas cobran indemnizaciones de vivienda cuando no residen fuera, etc., etc; los inspectores del Banco de España denuncian que “las peticiones de inspección son desatendidas, que se ha actuado de un modo excesivamente suave en relación con infracciones y se ha sido laxo en la política de remuneraciones estratosféricas”.

El Ministro Sr. Montoro, escamado ante el poco éxito recaudatorio de su amnistía fiscal, ha anunciado que va a publicar la lista de defraudadores al fisco. No se trata, claro, de proceder a “la liquidación final”, sino de someterlos a la vergüenza pública. ¿Se atreverá? Es dudoso. Hay que tener mucho valor para meterse con ellos (incluso para mencionarlos).Y también  es dudoso que los aludidos puedan sentir vergüenza. Aunque no sería nada raro: la Hacienda británica ha publicado el nombre y las fotografías de los 32 mayores condenados por fraude fiscal durante 2012.

Precisamente The New York Times ha publicado recientemente una serie de artículos sobre los defraudadores españoles. Según sus datos, unos 600 tienen sus millones en paraísos fiscales; entre ellos, algún expresidente del Gobierno, banqueros, políticos en activo y profesionales y empresarios de postín. Bastaría que pagaran lo que les corresponde para resolver el problema de  ingresos del Estado.

La desvergüenza parece no tener castigo alguno. Por eso hay gente que desconfía del Estado y de sus dirigentes y que piensa que, como en la novela comentada, el único argumento que entenderían algunos es el MIEDO.