20/03/2014

Un chiste ruso, «nada de lo que el comunismo nos decía de sí mismo era verdad, pero todo lo que decía del capitalismo se quedó corto”

La caída del Muro de Berlín en 1989 es  un hecho sin par en la Historia, ya que los ciudadanos que vivían al este del Telón de Acero podían acceder y disfrutar  de la democracia, y del capitalismo. O lo que es lo mismo: del progreso, la modernización y la felicidad. Demasiado bonito. Este acontecimiento a algunos nos dejó un sabor agridulce. Por un lado, la recuperación de la libertad era positiva. Por otro, el fracaso de un sistema político, social y económico, cuyo centro radicaba en Moscú, la patria del proletariado internacional. Hubo intelectuales que dejaron de mirar hacia allí, tras los acontecimientos de Hungría en 1956, aunque ya supuso un durísima crítica al mito soviético, el libro de 1940 El cero y el infinito,  de Arthur Koestler.  Muchos más  se desengañaron tras la primavera de Praga en 1968. Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn en 1973 también supuso nuevos abandonos…. Mas, es incuestionable que en el socialismo real, su raíz primigenia fue el marxismo, ideología que ha atraído a muchos millones de hombres, obreros e intelectuales. Tal atractivo, según Tony Judt, está justificado, y todos aquellos que en los años recientes se han apresurado a saltar sobre su cadáver y han proclamado el “fin de la historia” o la victoria de la paz, la democracia y el libre mercado, deberían tenerla en cuenta. Si muchos hombres y mujeres inteligentes y de buena fe estuvieron dispuestos a dedicar toda su vida al proyecto comunista, no fue sólo porque la seducción de la revolución y la redención les hubieran generado un estupor ideológico. Fue, sobre todo, que les seducía su mensaje ético subyacente: el poder de una idea y un movimiento dedicados firmemente a defender los intereses de los parias de la tierra. Lo dramático es que una ideología profundamente ética, que explica la explotación humana, indica el camino para salir de ella, y así alcanzar un mundo sin clases, y sin dominación de unos hombres sobre otros, fue prostituida por una minoría, que condujo a uno de los regímenes totalitarios más brutales de la historia.

Mas, ese “paraíso” prometido tras 1989 a los antiguos países socialistas no ha llegado. Muy al contrario. Según una encuesta  de 2009 del The Pew Research Center  la democracia y el capitalismo estaban perdiendo apoyo cada vez más. En general, la democracia en Ucrania, se había pasado del 72% en 1991 al 30% en 2009; Bulgaria, del 76 al 52%; Lituania, del 75 al 55%; y Hungría, del 74 al 56%. Por contra, el 85% de los alemanes del este estaban satisfechos, al igual que el 80% de los checos o el 71% de los eslovacos. Según la misma encuesta, la situación económica en casi todos los países la opinión mayoritaria es            que era «peor» a la anterior a 1989. Así en 2009, en Hungría, el 72% creían que estaban peor, el 16% igual, y sólo el 8% mejor; Ucrania, con el 62, el 13 y el 12% respectivamente; Bulgaria, con el 62, el 18 y el 13%; Lituania, con el 48, el 15 y el 23%; Eslovaquia, con el 48, el 18 y el 29%; y Rusia, con el 45, el 15 y el 33%. Por contra, en República Checa el 45% creía que mejor que antes, el 12% igual y el 39% peor, mientras que en Polonia el 47% que la situación era mejor, el 12% igual y el 35% peor.

En la revista digital confeccionada en castellano en Budapest, El Quincenal de Hungría nº 138 de enero de 2013, Jorge Muntariol nos manifiesta la situación en la capital de Hungría: Según el gobierno los servicios de gas y luz costarán este 2013  hasta un 10% menos y prometen controlar que las empresas proveedoras cumplan con la orden ministerial. Ojalá sea verdad. De momento y a modo de ejemplo, dar el mío. En casa somos 3, vivimos en un piso de unos 60 m2, techos de 3,5 m, y konvektor a modo de calefacción, llevando un jersey durante todo el invierno, pago todos los meses del año unos 25.000 Ft., más la actualización, que suele llegar a fin de año de al menos otros 50.000. En cuanto a la luz, son sobre los 9.000 por mes, el agua 7.000 y el teléfono, que viene junto con la tele y el Internet, otros 9.000 mensuales. De escalera, que ya se me estaba olvidando pagamos 14.000, si mal no recuerdo. Por eso, por ejemplo, a la hora de alquilar algo en Budapest hay que mirar bien cuales son los otros gastos, los que corren paralelos al alquiler. Hay casos peores que el mío… Con la actual crisis no son pocos los que no pueden pagar la cuenta del gas. En el interior del país lo solucionan con calefacción alternativa, sobre todo a leña, pero en la ciudad, no hay más remedio que morirse de frío. En el caso de tener niños pequeños en casa se puede presentar algún tipo de solicitud para que no le corten a uno el servicio, y a la larga acaban perdonando la deuda o el propio ayuntamiento asume la mayor parte. Pero cada vez es más difícil pedir este tipo de cosas. Para hacernos una idea, puede servirnos “El salario mínimo a partir de enero de 2013 es de 98.000 ft. frente a los 93.000 del año pasado. Para los técnicos es de 114, y para los empleados públicos 75.500 y 96.800 según el tipo de titulación que tengan. Las deducciones siguen dependiendo de la cantidad de hijos y del bruto. Por ejemplo un bruto de 98.000 con 1 hijo significan 75.000 en mano, y un bruto de 300.000 con 1 hijo, 206.500 Ft.

 

El desencanto hacia la democracia y el capitalismo en 2014 se ha incrementado. Para Rafael Poch, un cuarto de siglo después del hundimiento del llamado socialismo real, en el conjunto del Este europeo se ha confirmado aquel chiste ruso, «nada de lo que el comunismo nos decía de sí mismo era verdad, pero todo lo que decía del capitalismo se quedó corto». En el espacio oriental hay 145 millones de pobres, casi una tercera parte de la población y diez veces más que hace 25 años, cuando la nivelación amortiguaba la precariedad, señala el Banco Mundial. Los alemanes del Este pertenecen al colectivo de los que han salido mejor librados, lo que no impide que el 62% considere a la RDA una sociedad más cercana a la justicia.

Esta es la realidad sentida por la población. Todo tiene una explicación. Para Tony Judt, es cierto que uno de los legados más penosos del comunismo fue su herencia económica. En buena parte del aparato productivo se conjugaban la disfunción económica con un desastre ecológico. El capitalismo difundido por los países poscomunistas a partir de 1989, se basó en el mercado. Y esto significaba privatización. La liquidación total de bienes de propiedad estatal fue brutal. El culto a la privatización, moda instalada con avidez en el mundo occidental en los años 70 fue seguida en los países del Este, pero con grandes diferencias en ambos modelos. Mientras que el capitalismo consolidado en el mundo occidental en los últimos siglos estuvo regulado por leyes, en los países poscomunistas estas leyes eran desconocidas, o fueron ignoradas por los neófitos partidarios del libre mercado. El resultado: una privatización sin control alguno, en forma de cleptocracia y de nepotismo, que ha generado grandes multimillonarios. Aquí se ha cometido uno de los mayores latrocinios y expolios de la historia, hasta tal punto que la diferencia entre privatización, apropiación indebida y puro y simple robo desapareció por completo: había mucho que robar- petróleo, gas, minerales, metales preciosos, oleoductos, fábricas, bloques de edificios, infraestructuras- y nada ni nadie que impidiera el robo. Por ende, por cada oligarca sinvergüenza con segunda vivienda en Londres o Cannes, han proliferado millones de pensionistas cabreados y trabajadores en paro.

 

Las recientes revueltas en Bosnia-Herzegovina se explican en buena parte en este contexto.  Según Eléonore Loue-Feichter y Andrea Noni corresponsales de la Web Le Courrier des Balkans en Tuzla, tal como  aparece en Sin Permiso, los manifestantes acusan a las autoridades locales de haber permitido la quiebra de numerosas empresas públicas tras la privatización realizada entre el año 2000 y el 2008, mandando al paro a muchos trabajadores. Entre 2000 y2010, las antiguas empresas públicas que daban empleo a la mayoría de la población –cuyas principales fábricas son Dita, Polihem (Hak), Guming, Konjuh y Aida–  fueron vendidas a propietarios privados persiguiendo que éstos invirtiesen y las hicieran rentables. En lugar de eso, han vendido los activos, dejaron  de pagar a los trabajadores y se declararon en quiebra. La empresa de detergentes Dita dio empleo a 750 personas. Según el contrato de privatización del 2007, el nuevo propietario de la empresa se comprometía a mantener a todos sus empleados durante tres años y la producción durante cinco. Sin embargo, en los años venideros, la nueva dirección no ha mantenido esos acuerdos ni ha asegurado el pago de las cotizaciones sociales obligatorias, tales como la jubilación, la seguridad social o la baja laboral de sus empleados.  Hoy estos se ven privados de todos sus derechos sociales. Les es imposible jubilarse, pues un gran número de ellos no cuenta con el mínimo de años cotizados.

Otro buen ejemplo es de Yanúkovich, un antiguo exponente de la ‘nomenklatura’ soviética en Ucrania. Ex-  director de una empresa estatal, se enriqueció, como tantos otros, con la introducción de la economía de mercado y los procesos de privatización. Su feudo era la región oriental de Doneskt, núcleo de la desfasada industria pesada. Mientras tanto muchos ucranianos viven en una situación socio-económica tan lamentable, que muchos añoran la situación anterior del socialismo real, ya que aunque no tuvieran libertad política, tenían las necesidades básicas de educación, sanidad, alimentación y pensiones cubiertas. En los recientes acontecimientos de Ucrania hay diferentes razones, pero una de ellas fundamental es la pobreza manifiesta de la gran mayoría de la población, como consecuencia de esos procesos lamentables de privatización.