Desplazamientos en el tablero político español
Veinte años de autarquía no pudieron restablecer la economía en los índices de crecimiento anteriores a la guerra civil española. El Plan de Estabilización de 1959 supuso el pistoletazo de salida hacia fórmulas capitalistas: se hacía perentorio llevar a cabo una acumulación de capital en el sector industrial y operar un éxodo rural sin precedentes. Ambas operaciones tenían un amplio costo social que la clase dominante no estaba dispuesta a pagar. “Pirámides de sacrificio” a las que fórmulas autoritarias y férreas en lo político, como las del franquismo vigente, venían a garantizar un estricto control y una red de prohibiciones: inexistencia de partidos políticos y de libertad sindical; censura; salarios bajos…
Este esquema, en el que se combinaba capitalismo con autoritarismo, estalla por los aires cuando declina la figura de Franco, a la par que crece la contestación del movimiento obrero, universitario y cultural. La controvertida Transición se presenta entonces como una confluencia de debilidades: la oposición no puede imponer sus criterios; el tardofranquismo se muestra incapaz de mantener las viejas fórmulas, aunque permanecen incólumes todos sus mecanismos represivos. Y se impone el consenso que revela entonces la pregunta fundamental: ¿Está capacitada la derecha, heredera del antiguo régimen, para pilotar una revolución burguesa?
Porque esa revolución burguesa, que en otros países europeos se había abierto camino a lo largo del siglo XIX, estaba postergada en el nuestro. Si atendemos a la composición del personal político de la UCD, podremos apreciar la insolvencia estructural de este sector para dirigir el cambio. Es entonces cuando se vive una paradoja que nos acompaña hasta el momento presente: la revolución burguesa la lleva a cabo en España el PSOE desde 1982.
Los efectos de esta situación han operado un ‘corrimiento’ del panorama político: la derecha es –cada día tenemos sobrados ejemplos de ello- heredera del franquismo (presente en el PP, y en Vox como su metástasis), y no puede homologarse con sus correligionarios europeos; el socialismo da la talla en las libertades civiles pero hace permanecer en lo económico sistemas liberales que en poco corrigen a un Mercado entronizado. Derecha de un lado y centro-izquierda de otro dejan un espacio a la izquierda, netamente socialdemócrata, que es el que viene a cubrir Unidas Podemos, dedicado a arrastrar hacia planteamientos más progresistas al PSOE de alma liberal.
Desplazamiento del tablero político que, como vemos, viene de atrás.