A mediados del siglo XIV se inició la mayor epidemia de peste en la historia de Europa, que durante varios años asoló el continente y causó millones de muertos. Desde entonces, la peste hizo su aparición una y otra vez hasta principios del siglo XVIII. Para conmemorar la superación de los diversos episodios de la epidemia se levantaron monumentos –las columnas de la peste-- en muchas ciudades. Monumentos que vienen al recuerdo del viajero cuando otra epidemia, el coronavirus, nos agobia.
Nápoles es una ciudad fascinante. Hay una mezcla de cultura griega, orden romano y pasión española. Y con una importante impronta aragonesa. Alfonso V el Magnánimo -I de Nápoles, llegó a estas tierras en 1443 con su corte de humanistas. En su Biblioteca se reunían celebridades como Lorenzo Valla y Antonio Beccadelli. Cada día se leía a los clásicos. Fue el origen de la academia de Pontano. Quedó seducido por esta tierra y quiso recordar la conquista de la ciudad con un arco de triunfo en el Castel Nouvo con las cuatro barras de Aragón. En el Palacio Real está su estatua, junto a las de otras figuras de la historia napolitana.