
Andrés, el filósofo aragonés heredero de Gracián y Molinos, es muy leído, querido, disfrutado en nuestros días. Lo que es mucho, tratándose de un filósofo, un gran ensayista, un escritor prolífico, festivo, estimulante como pocos. Que se despedía de los amigos a fines de septiembre porque, explicaba: “tengo que atender más mi enfermedad, pero ya os enviaré de vez en cuando algunas noticias sobre la cultura, que es mi divertimento serio”. [continuar leyendo …]